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Musulmanes frente al yihadismo
El mundo musulmán se esfuerza en demostrar que forma parte de una religión de paz. Que nada de lo sucedido estos días en París tiene que ver con el Corán. Que esta comunidad ha demostrado su capacidad de convivencia con otras confesiones. Pero lo cierto es que en nombre de Alá se han cometido matanzas indiscriminadas. ¿Puede una minoría fanática otorgarse la representación de una creencia que practican 1.600 millones de personas en todo el mundo? Sí, como todos los grupos terroristas. Tras los atentados de París, algunos musulmanes mostraron su rechazo a los asesinatos cometidos exhibiendo un cartel en el que se leía: «No en mi nombre». A muchos les parecerá una iniciativa testimonial, pero si la miramos desde el contexto de unas sociedades regidas por el islamismo más integrista, hay que admitir que demuestra coraje. El número de atentados terroristas en 2014 provocó 32.700 muertes, de las que el 80 por ciento se han producido en Siria, Irak, Afganistán y Nigeria. Es decir, los que profesan el islam son las primeras víctimas. La yihad tiene una evidente raíz religiosa y sólo podrá resolverse desde el interior de las sociedades musulmanas. El fracaso de la Primavera Árabe dejó claro que la lucha por la democracia supone acabar con el integrismo religioso.
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