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Obligados a definirse

La previsión de unos parlamentos y consistorios muy fragmentados –como el que presentan las encuestas para el caso de Andalucía–, tiene la magra virtud de que obligará a las nuevas formaciones emergentes a definirse en términos ideológicos, abandonando la cómoda ambigüedad política en la que han venido desenvolviéndose, favorecida por el desafecto hacia los grandes partidos tradicionales que ha provocado la crisis entre amplios sectores del electorado. Es el caso de Podemos, cuya pretensión de hallarse por encima de la política tradicional y de quienes la representan –los mismos, por cierto, que han hecho de la democracia española una de las más avanzadas del mundo– se pondrá a prueba en cuanto las urnas le otorguen, si se la otorgan, la oportunidad de aupar o mantener en el poder al PSOE; pero, también, el de Ciudadanos, la formación que preside Albert Rivera, que si, hasta ahora, ha podido mantener una calculada posición de transversalidad en Cataluña como partido constitucionalista – lo que le ha permitido arrastrar votos antinacionalistas tanto en el espacio del centro derecha como en el del centro izquierda– , se verá en la misma tesitura de tener que decantarse por el PP o el PSOE. Con el riesgo añadido de que la propia naturaleza de estos nuevos actores políticos –que han tenido que ampliar unas organizaciones muchas veces reducidas a un solo ámbito territorial en muy poco tiempo y sin medios adecuados para elegir los representantes y candidatos que mejor pueden adecuarse a su espectro ideológico– , los expone a caer en incoherencias o personalismos a la hora de articular alianzas o promover pactos de gobierno. Nada castigan más los electores que esos pactos contra natura, en los que se extiende la sospecha de un medro personal o la búsqueda del poder por cualquier medio. Incluso acuerdos que se consideran lógicos, por la proximidad ideológica de los firmantes, suelen pasar factura al partido más débil, obligado a «sobreactuar» cuando se acerca el final de la legislatura. En este sentido, las próximas elecciones autonómicas en Andalucía, con el Partido Socialista estancado en las encuestas electorales y muy lejos de la mayoría suficiente para gobernar, pueden convertirse en la piedra de toque de estos nuevos actores, por cuanto las decisiones que adopten sus líderes serán la primera referencia contrastable que tendrán los votantes en las próximas citas de este intenso año electoral. Advertía ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, contra la dispersión de un voto que, a la postre, sólo acaba sirviendo para apuntalar a otros en el poder. Pero si la supuesta crisis del bipartidismo se confirma, lo que aún no ha ocurrido, por lo menos obligará a bajar a la arena política a quienes se consideran por encima de la melé.