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Otegi y las amistades peligrosas de Sánchez

La Razón
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La izquierda española es experta en agitación y propaganda. Saben que en sectores de la sociedad cuela aquello tan goebbelsiano de que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad, aunque, en efecto, no lo sea. De entre todas las campañas intoxicadoras que mantienen en esta suerte de España provisional, una de las más indignas es la de blanquear a ETA y a Arnaldo Otegi, condenado por intentar reconstruir Batasuna por órdenes de la banda etarra. En ello están Joan Tardà (ERC) y David Fernàndez (CUP), que ayer rindieron a Otegi a las puertas de la prisión de Logroño. Participan en una campaña para pedir su excarcelación y la vuelta de los presos terroristas «a casa» y para denigrar a la Justicia española junto a otras cabezas visibles de la extrema izquierda como Alberto Garzón. Que Tardà y Garzón puedan tener un papel destacado en la estabilidad del futuro Gobierno de España, como pretende Pedro Sánchez al pedirles su apoyo para la investidura, habla del preocupante momento político presente. Además de ser un grave error del PSOE, resultaría un drama para España que colaboracionistas con los Otegi de turno salieran de la marginalidad que habían mantenido hasta la fecha. Hay líneas infranqueables para cualquier demócrata que se precie de serlo. Se lo debemos también a las víctimas.