Israel

Palestina, la ONU y España

El ministro de Asuntos Exteriores defendió ayer, en el foro de debate «LA RAZÓN de...», el voto favorable de España para que Palestina se incorpore a la ONU en calidad de Estado observador. García-Margallo adujo que en la decisión, madurada durante más de cuatro meses, han concurrido varios factores relevantes, entre ellos que es la mejor opción para la paz en Oriente Medio en la medida en que respalda al presidente de la Autoridad Palestina, Abu Mazen, frente a la organización terrorista Hamas. También ha influido que España ya había apoyado la entrada palestina en la Unesco, que sigue la línea tradicional de la política exterior española y que el ámbito de influencia en el que se mueve nuestro país es partidario de que los palestinos accedan a la ONU. Como es natural, en el espinoso conflicto de Oriente Medio deben primar los intereses de España, unos de carácter económico y otros relacionados con el peso de España en la propia organización internacional. No es incongruente, por tanto, que el Gobierno apoye una iniciativa que cuenta con el apoyo de parte de las naciones occidentales y de todo el bloque árabe, y que se percibe como una oportunidad para que el proceso de paz no descarrile definitivamente. García-Margallo lamentó sinceramente que se hubiera llegado a esta disyuntiva, pero ante ella el papel de España no podía ser otro. No cabe la menor duda de que el ministro de Exteriores, uno de los miembros del Gobierno de Rajoy más valioso y de mayor prestigio, antepone el interés de España a cualquier otro. Pero eso no quita que la entrada de Palestina en la ONU sea, en las actuales circunstancias, un serio obstáculo para la pacificación de la zona. Es verdad que un portazo a Abu Mazen supondría su aniquilación política, lo que dejaría el paso libre a los fanáticos de Hamas como únicos interlocutores de la causa palestina. Pero la experiencia internacional, como también la española, nos enseña que jamás se avanza hacia la paz cediendo ante los terroristas, sino combatiéndolos sin tregua ni contrapartidas. Es probable que el presidente palestino gane algo de tiempo con su éxito diplomático, pero a medio plazo volverá al borde del abismo si antes Hamas no es derrotada y Gaza liberada de su dictadura de terror. ¿Cuánto tiempo tardará esta organización en exigir en la ONU que se siente a Israel en la Corte Penal Internacional? Acierta plenamente García-Margallo cuando advierte de que sólo la mediación de la Administración Obama podrá reconducir las interminables negociaciones de paz. Pero existen dudas razonables de que la integración palestina en la ONU no provoque la ruptura de los poquísimos cauces de diálogo que aún mantienen palestinos e israelíes. La gran fiesta que Hamas está preparando con tal motivo no augura nada bueno.