España

Por un PSOE realista

Hace cien días que Pedro Sánchez fue elegido secretario general del PSOE. No es fácil en este espacio de tiempo forjar un liderazgo, ya no reconocible por la sociedad española, sino dentro de su propio partido. Es, además, una tarea compleja en un momento en el que, como él mismo dijo ayer en LA RAZÓN, la política no es percibida como solución a los problemas, «sino como problema en sí mismo». Por contra, los «hiperliderazgos», aquellos que se sustentan exclusivamente sobre el brillo mediático, pero con programas vacíos, no aseguran lo que un país moderno como España necesita: políticas reformistas y realistas. En este sentido, Pedro Sánchez parece conocer los problemas de nuestro país, que no es poco, y es capaz de esbozar medidas en el ámbito político, social y económico con aspiraciones de alternativa al Gobierno de Mariano Rajoy, pero, cómo es lógico, sin llegar al fondo de la cuestión, y por citar el tema que ha centrado la acción del Ejecutivo: ¿qué medida de su programa económico no hubiese adoptado un político socialdemócrata europeo? El primer ministro de Francia, Manuel Valls, lo decía el pasado domingo en estas mismas páginas: «Si la izquierda se ve amenazada es porque no ha logrado articular respuestas fuertes sobre cuestiones fundamentales». Por ejemplo, sobre cómo reformar el Estado del Bienestar, que es el tema sobre el que se articulan las políticas tradicionales de la socialdemocracia, de las que Sánchez se siente heredero, aunque sin demasiado lastre ideológico, de ahí que en su propuesta económica más difundida –el rescate financiero a familias y autónomos–, se inspire, como ha reconocido, en el modelo de Islandia y Alemania, ambos con gobiernos conservadores. Sánchez sabe que, en lo esencial, la Sanidad y la Educación públicas siguen siendo sólidas en nuestro país. Un programa de Gobierno sólo basado en principios no asegura su eficacia y el líder del PSOE lo sabe. Enmarca Pedro Sánchez sus reformas bajo el lema «Nueva Transición», pero con la prudencia de separar lo que es una idea de avance colectivo como país de abrir un proceso constituyente. «No necesitamos una nueva Constitución, pero sí necesitamos que la actual se reforme para reafirmar lo conseguido y avanzar hacia el futuro», dijo sobre esta cuestión. Aboga el secretario general socialista, como ha manifestado en varias ocasiones, por «reformar la estructura territorial del Estado en un sentido federal», pero lo importante de esta propuesta, al margen de su viabilidad o no, es que parte de una idea clara de competencias entre Estado y comunidades autónomas. Hacer compatible la igualdad de todos los españoles con los «hechos diferenciales», he ahí la cuestión. Por lo menos como principio, Pedro Sánchez lo anuncia con claridad: «El derecho a la diferencia no se puede traducir en diferencia de derechos». De ahí que España necesite un líder socialista fuerte y con visión de Estado.