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PSOE y Podemos, un pacto nefasto

La Razón
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Si Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, las dos patas del gran pacto de la izquierda para formar gobierno, no son capaces de ponerse de acuerdo ni en el protocolo que deben seguir para sentarse –algo tan básico como elegir entre la casa de uno o la de otro– e iniciar las negociaciones, podemos deducir sin riesgo de equivocarnos que no tienen el menor interés en pactar. ¿Vieja política? Ésa es la vieja política: que las delegaciones de ambos partidos estén discutiendo si es Sánchez el que debe acudir a la llamada de Iglesias, o al revés. A estas alturas, casi dos meses después de las elecciones del 20 de diciembre, ni siquiera quieren escenificar la clásica escena del sofá. Al PSOE le sobran motivos para descartar un posible acuerdo con Podemos, incluso iniciar la negociación, si estos últimos mantienen como condición «sine qua non» la realización de un referéndum independentista en Cataluña. Así figura en el programa que presentaron el pasado lunes y así lo siguieron defendiendo ayer sus portavoces. Por su parte, los socialistas templaron la negativa de aceptar cualquier consulta que ponga en peligro la unidad de España bajo el convencimiento de que no deja de ser una barrera ficticia que siempre puede aplazarse. Sin embargo, de insistir Sánchez en su voluntad de llegar a un acuerdo con Iglesias, puede crearse un serio problema dentro del PSOE y su legitimidad como líder. Recordemos de nuevo que contradice abiertamente la resolución del comité federal del partido del pasado 28 de diciembre, que fue clara y definió una de las líneas maestras de los pactos a los que podían llegar los socialistas. En dicho documento se habla de rechazar «de manera tajante cualquier planteamiento que conduzca a romper con nuestro ordenamiento constitucional». «La autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento sólo traerán mayor fractura a una sociedad ya de por sí dividida», añade. Y concluye: «Son innegociables para el Partido Socialista y la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas». Es un compromiso demasiado importante como para no tenerlo en cuenta, no cumplirlo o, lo que sería casi peor, dejarlo para otro momento de la legislatura o retirar el apoyo al Gobierno si no pone en marcha el referéndum. Tampoco hay que olvidar que Podemos no ha renunciado al «revocatorio» (consulta popular para acabar con el mandato del presidente del Gobierno y otros representantes públicos, inspirado en el chavismo), aunque en su programa no aparezca ahora. Sánchez no tiene más remedio que, antes de sentarse a negociar con Iglesias, exigir la retirada de cualquier propuesta de referéndum independentista. Destacados miembros del PSOE volvieron ayer a tomar posición sobre las negociaciones con Podemos, cuyo programa definieron como un «órdago» inaceptable sin más finalidad que perjudicar a los socialistas ante unas futuras elecciones generales, posibilidad cada vez más cercana. Sánchez debería evitar la tentación de alcanzar La Moncloa con estas condiciones. En su discurso ante el comité federal del pasado 30 de enero, el líder socialista dijo faltando a la verdad: «A nosotros nunca, cuando hemos gobernado, en Cataluña se nos ha planteado una declaración unilateral de independencia». No sólo no fue así, sino que consiguieron la presidencia de la Generalitat a través de un pacto con ERC –al que se sumó ICV, ahora también de obediencia independentista– que produjo una reforma fallida del Estatuto y la deriva soberanista consiguiente. Esperemos que su afán de resolver él solo el desafío independentista no le lleve a cometer el mismo error, y esta vez, de la mano de Podemos.