España

Realidad y demagogia

El PSOE tiene una larga experiencia a la hora de elevar a categoría lo que no son más que anécdotas, buscando en el exterior del terreno de juego polémicas intranscendentes, cuando no directamente falsas, que opaquen el nervio de lo que verdaderamente está en discusión. Ha vuelto a ocurrir con la mal intencionada interpretación de una frase del candidato popular al Parlamento Europeo, Miguel Arias Cañete, sin otro objetivo que descalificar su larga trayectoria profesional y política con el epíteto de «machista». Pero ni siquiera aceptando que la expresión de Miguel Arias fuera desafortunada –sin duda, fruto de la desazón de no haber sido más contundente en el debate con la candidata socialista, Elena Valenciano–, no es éticamente aceptable la sobreactuación a la que asistimos y, mucho menos, la falsificación de la realidad y su transformación en una caricatura rancia que atribuye a la izquierda, por el mero hecho de serlo, el papel de adalid de las mujeres. Sin entrar en viejos episodios que no dejan bien parado al socialismo español por su actitud a la hora de reconocer el derecho del voto femenino, lo que más indigna es esa atribución de superioridad moral de la izquierda, que descalifica cualquier modelo social que no comulgue con las ruedas de molino de una ideología que si por algo se caracteriza es por su extensa colección de fracasos. Como bien le recordó Miguel Arias a Elena Valenciano, en el debate «cara a cara» de la noche del pasado jueves, no es que a las mujeres españolas les fuera precisamente bien durante la última etapa de gobierno socialista. La retórica vacía no impidió que se disparara el paro femenino en nuestro país a niveles nunca antes vistos, cuando 900 mujeres al día eran condenadas al desempleo. Ni caló la demagogia feminista del PSOE en un cuerpo electoral en el que los menores de 35 años y las mujeres fueron protagonistas principales de la obtención de la mayoría absoluta por parte de Mariano Rajoy. Entre otras cuestiones, porque la trayectoria del PP, el conjunto de sus hechos, demuestra la vocación igualitaria de una formación política en la que las mujeres tienen una presencia y una influencia completamente equiparables a los varones. Un partido, además, pionero e impulsor del gran salto de la mujer a la arena política, y que ha dado las primeras presidentas del Congreso y el Senado; las primeras presidentas de comunidades autónomas; las alcaldesas de algunas de las principales ciudades de España y que, en la actualidad, tiene a una vicepresidenta de Gobierno y cuatro ministras en carteras fundamentales. Por todo ello, recurrir al espantajo del machismo no dará ni un voto más a las candidaturas de izquierda. Hace tiempo que los tópicos se les vienen quedando viejos, pero no se resignan a asumir la realidad.