Roma

Renovación en la Iglesia

El Papa nombró ayer a Antonio Cañizares nuevo arzobispo de Valencia, después de su importante labor como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cargo que le encomendó en 2008 Benedicto XVI, «ministerio» vaticano donde ha cumplido cinco años al frente, el último de ellos, con la confianza del Papa. Vuelve a su tierra valenciana desde Roma un gran conocedor de la sociedad española, comprometido con sus problemas, dialogante y con una gran vocación de servicio público, cuyas negociaciones con los diferentes gobiernos han sido fundamentales para la Iglesia. Con la llegada de Carlos Osoro, hasta ahora arzobispo de Valencia, al arzobispado de Madrid se cierra el relevo en la mayor y más importante diócesis española. Se abre, por lo tanto, otro tiempo inspirado por el papado de Francisco, en el que los «pastores» serán más necesarios que los «príncipes», según la expresión del propio Santo Padre. El nombramiento de Carlos Osoro, del que el Papa dijo que es «un pastor que huele a oveja», conecta plenamente con este nuevo espíritu y, como manifestó en una entrevista reciente (3 de abril de 2014) en las páginas de Religión de LA RAZÓN, «este momento que vive la Iglesia con el Papa Francisco me apasiona». Es, además, un defensor del protagonismo que los laicos deben tener en la comunidad católica, en un momento en el que está recayendo sobre ella una buena parte del peso de la asistencia social en nuestro país. Para Osoro, éste es un objetivo primordial de una Iglesia en la que, como también dijo en nuestras páginas, «nadie sobra». Con la vuelta del cardenal Antonio Cañizares regresa un hombre de la Iglesia que entiende y conoce las preocupaciones de la calle y que en misiones anteriores supo tejer acuerdos de gran importancia. Recordemos que siendo vicepresidente de la Conferencia Episcopal (2005) alcanzó los pactos educativos con el Gobierno y un nuevo sistema de financiación de la Iglesia, que pasó de la asignación de los Presupuestos Generales a la elección voluntaria de los contribuyentes. En una carta hecha pública por el arzobispado de Valencia tras su nombramiento, Cañizares muestra su disposición a trabajar por el servicio público en un momento de crisis económica, «en la que subyace una profunda crisis moral y humana, que urge superar», y no ha dejado de señalar también la necesidad de mantener un país unido y recobrar el vigor de una Iglesia que atienda la voz de la calle. Con el nombramiento en el pasado mes de marzo de Ricardo Blázquez como presidente de la Conferencia Episcopal, la Iglesia española se ponía a andar al mismo paso que el Papa, acercándose a la sociedad sin cambiar el mensaje, pero sí, como le gusta decir a Francisco, con una nueva la música.