Presidencia del Gobierno
Sánchez sube a costa de Rivera
El cambio de Gobierno propiciado tras el éxito de la moción de censura de Pedro Sánchez sobre Mariano Rajoy ha cambiado también la expectativas electorales. Debería ser al revés, es decir, que los buenos resultados electorales del PSOE hubiesen provocado, como es lógico, la derrota del PP y, por consiguiente, su relevo en La Moncloa. Pero, como es sabido, Sánchez no ha ganado ninguna elección para llegar a ser presidente. Aun no siendo una anomalía al estar regulado constitucionalmente, la llegada al poder de los socialistas no corresponde con el verdadero momento político por el que atravesaba. Muy al contrario, los sondeos más recientes antes del pasado día 1 –fecha en la que el Congreso votó favorablemente a la censura– le situaban como tercera fuerza. El CIS de mayo le daba un 22%, por debajo del PP, que le sacaba 2 puntos, y superado también por Cs por medio punto. Sin embargo, la presentación y triunfo de la moción de censura cambió de un día para otro la correlación de fuerzas. En eso, ahora lo sabemos, consistió esta operación que no tuvo nada de improvisación. En la encuesta de NC Report que publicamos hoy en LA RAZÓN, el PSOE subiría, con respecto a la realizada el mes pasado, 1,3 puntos hasta situarse en el 24,9%, pero no superaría al PP, que, con el 25,5%, seguiría siendo el partido más votado y con nueve escaños de diferencia respecto a los socialistas. Se ha producido el «efecto Moncloa» con el que contaban los estrategas de Ferraz, aunque es pronto para que se note un crecimiento a la altura del impacto de conseguir la caída de Rajoy en apenas una semana cuando acababa de aprobar los Presupuestos y veía que podía concluir la legislatura completa. Por contra, es Cs el partido que más caería de celebrarse elecciones, dejándose 3,4 puntos, lo que rompe de raíz su progresión y confirma que deberá replantear su estrategia a corto plazo. Cae, pero conseguiría 72 escaños, 40 más que ahora. Que el PSOE remonte a costa de Cs entra dentro de la lógica, ya que Rivera se presentaba como la alternativa a Rajoy, pero quizá la excesiva confianza en su empuje demoscópico y las prisas le ha llevado al error de descuidar su flanco izquierdo, algo justificable, pues nadie había calculado la posibilidad real de una moción cuando el PNV acababa de apoyar los presupuestos del Gobierno. Es decir, Sánchez no sólo le ha arrebatado el liderazgo de la oposición, sino que ya es presidente del Gobierno. Bastante tiene ahora Albert Rivera con reconstruir su maltrecho perfil de alternativa. Por otra parte, Podemos sube casi un punto y con el 16,7% sigue lejos de su mejor nivel, lo que puede interpretarse como un premio a la decisión de Iglesias de dar sus votos al PSOE, aunque a la vez suponga una rectificación a su negativa a dárselos cuando Sánchez se presentó candidato en marzo de 2006. El cambio de Gobierno no ha propiciado todavía un vuelco electoral rotundo a la altura de ese esperado «efecto Moncloa» y es pronto para valorar las políticas concretas que va a emprender Sánchez, más allá del desconcierto que causó que el PSOE recibiera el apoyo de los independentistas. Sin embargo, el alto nivel de abstención, con el 39,4% –casi seis puntos más que en las elecciones de 2016– no es una buena señal para los socialistas que, pese a estar ya en La Moncloa, sólo retienen el 79,8% de sus votantes y no acudirán a las urnas el 9,7%. Una de las razones que explicaría por qué Sánchez no quiere convocar elecciones y prefiere apurar la legislatura aun estando en minoría es que, según el sondeo, PP –con 108 diputados– y Cs –con 72– alcanzarían la mayoría absoluta en escaños con 180. Por contra, el bloque que apoyó la moción de censura se situaría en 177 votos en el mejor de los casos. El impacto mediático causado por el nombramiento del gabinete de Sánchez no es suficiente para ganar elecciones. Ahora toca cumplir el programa, si es que existe.
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