Gobierno de España
Todos quieren elecciones cuanto antes
En dos ocasiones en el discurso de Pedro Sánchez del pasado 31 de mayo en la moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy se refirió a su compromiso de convocar elecciones generales «para que los españoles y españolas decidan el rumbo que dar al país con su voto». Se trataba del tercer punto de una hoja de ruta «que consensuaremos con los grupos parlamentarios mayoritarios». Siete meses después de acceder a La Moncloa, ni ha consensuada nada con lo grupos parlamentarios –excepto con sus socios de Podemos y el resto de partidos minoritarios independentistas–, ni tiene previsto convocar nuevos comicios. A nadie se le oculta ya que la moción de censura fue una mera formalidad para acceder al Gobierno sin pasar por las urnas cuando el PSOE estaba en sus horas más bajas. El pasado 28 de diciembre ya no ocultó lo que estaba latente en su moción: «La voluntad del Gobierno es agotar la legislatura». Sánchez ve posible alargar la legislatura porque no vincula un eventual fracaso en la aprobación de los Presupuestos con la obligación de adelantar los comicios. Inaudito, pero cierto si nos guiamos por los principios éticos de este nuevo PSOE, que incluso estaba dispuesto a gobernar manteniendo los PGE que sacó adelante el gobierno del PP, cuyo partido votó en contra. Sánchez nos ha conducido a una nueva manera de entender la política, de ahí que de poco servirá a estas alturas que un 70,7% de los preguntados en un sondeo de NC Report crea que el presidente del Gobierno debe adelantar las elecciones cuanto antes. Una opinión que para los votantes de PP y Cs es apabullante (88,5% y 89,3%, respectivamente), pero que incluso en los seguidores de PSOE y Unidos Podemos no es menor: 42,9% y 44,7%. Sin embargo, lo cálculos de Sánchez pasan por afianzase en la estructura de poder que le ofrece La Moncloa como infalible herramienta propagandista, un criterio que coincide con el planteamiento publicitario de los asesores que le llevaron a plantear la moción de censura, pero no con los de la opinión pública, ni siquiera con los de sus votantes. Según el mismo sondeo, el 63,9% considera que con la llegada de Sánchez al Gobierno la situación política ha empeorado, criterio que comparte en un 33,3% los votantes del PSOE y en un 31,6% los del partido de Pablo Iglesias. En el ámbito económico tampoco se cree que haya habido una mejoría, incluso que estamos inmersos en otra crisis (75,9%), ni que la subida de impuestos que propone es visto como lo que ahora necesita en país. En este sentido, un 60,8% está en contra, pero, además, el 47,6% de los votantes socialistas da la espalda a esta medida. El actual Gobierno no ha dado estabilidad a las cuentas, ni a que haya una apreciación diferente, de ahí que el 46,3% ve la situación económica como mala y un 38,7% se sitúe en una zona templada, algo que comparten prácticamente con la misma valoración los seguidores de los cuatro partidos. Todo indica que en siete meses, el «Gobierno bonito» de Sánchez ha dejado de encantar y está comprobando que haber recibido los votos de los independentistas catalanes para llegar a La Moncloa era pagar un precio demasiado alto, cuyas consecuencias se han empezado a ver: Sánchez no atrajo ni un sólo voto en Andalucía, muy al contrario. Ni siquiera las propuestas más rutilantes y simbólicas le sirven para neutralizar a sus adversarios, que tan demagógicamente tilda de «franquistas». De hecho, un 82,1% cree que la exhumación de Franco sea una medida urgente, como así también lo creen socialistas (71,4%) y Podemos (73,7%). Ante esta situación de prematuro desgaste es comprensible que Sánchez quiera prolongar su estancia en La Moncloa sea como sea hasta esperar el momento idóneo para convocar elecciones.
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