El desafío independentista

Turismo: el separatismo roba a Cataluña

La Razón
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El ataque del gobierno separatista y su red clientelar contra la democracia, con abrupto quebranto de la seguridad jurídica y la demolición de la imagen del territorio, ha socavado gravemente la resistencia económica de Cataluña. La fuga continuada de grandes empresas, pero también de medianas y pequeñas, ha sido la consecuencia lógica, pero no la única. El turismo, la gran actividad que representa el 12% del Producto Interior Bruto de la región y que da empleo a casi 500.000 personas, ha sido el otro gran perjudicado. Las cifras no mienten y son elocuentes. Desde el Primero de Octubre, fecha del simulacro de consulta ilegal, las reservas se han desplomado un 30%, además de haberse paralizado de forma casi automática buena parte de las inversiones en marcha en el sector. Los analistas estiman que si el escenario no gira 180 grados y la tendencia se enquista, el impacto negativo podría ser de 5.000 millones de euros. Hay que tener presente que Cataluña es el primer destino turístico del país, con el 23,8 del conjunto de los visitantes foráneos, y unos ingresos de más de 13.600 millones de enero a agosto de este año. A nadie puede sorprender que con semejante estado de cosas, la agencia de calificación Standard and Poor’s alertara ayer de que Cataluña podría entrar en recesión si mantiene el pulso por la ruptura. El independentismo es un cáncer que ha devorado sin compasión vínculos afectivos, emocionales, familiares, sociales, laborales y también económicos. Supone una amenaza cierta y creciente para el bienestar de la gente. Los catalanes deben ser conscientes. Toca ponerle freno.