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Un partido de centro izquierda

La Razón
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Ciudadanos es uno de los partidos emergentes que se han desarrollado en España a caballo de la crisis económica y social que ha llevado el desconcierto y el enfado a amplias capas de la población, pero que, a diferencia de otras formaciones populistas de la extrema izquierda, huye de la radicalidad en el discurso y goza entre el electorado de centroderecha de una cierta simpatía por su enérgica posición antinacionalista en Cataluña –región donde surgió en julio de 2006–, lo que, como ya ocurriera con UPyD, puede favorecer un cierto trasvase de votos desde las posiciones más centralistas del Partido Popular y del PSOE. Ciudadanos, sin embargo, se define como un partido de centro izquierda laicista, que considera meramente privados asuntos como el aborto, la eutanasia o el matrimonio. Partidario asimismo de denunciar el Concordato con la Santa Sede, no considera convenientes los contenidos religiosos en la enseñanza e incorpora a su programa tics progresistas como la legalización de las drogas blandas. Es un partido que busca expresamente el voto urbano de clase media, pero que no ha llegado todavía a plantear con claridad cuál es su posición frente al papel del Estado en la sociedad, y que se mueve en una indefinición calculada sobre el modelo fiscal, cuando no contradictoria, puesto que habla de «mejorar la progresividad» de los impuestos, eliminando reducciones y exenciones del IRPF, pretende armonizar el IVA y, al mismo tiempo, propone reducir los tipos marginales sobre los altos ingresos. Es un partido que, pese a su rechazo al nacionalismo catalán, propugna un federalismo asimétrico y la supresión de las diputaciones y habla de restablecer los fueros regionales, lo que supone una evidente contradicción con su lema fundacional, que les define como ciudadanos libres e iguales en todo el territorio español. Ciudadanos, aunque con un lenguaje más moderado, también explota su condición de partido relativamente nuevo, que no ha tenido que bregar en la gestión del dinero público ni afrontar las dificultades de la crisis, para achacar todos los males de la nación a una caricaturizada casta política, que denuncia como corrupta, endogámica e ineficaz, ciego a la realidad de que han sido los grandes partidos tradicionales, con sus virtudes y defectos, los que protagonizaron el éxito de la Transición, consolidaron la democracia, han mantenido la estabilidad política y el desarrollo social y económico, y han contribuido a hacer de España una de las naciones más libres y abiertas del mundo. Ciudadanos es, pues, una formación tan digna como cualquier otra del espectro político, a la que nadie puede negar vocación de servicio público y espíritu democrático, pero que poco tiene que ver en su ideario y planteamientos con un proyecto de centroderecha, como el que representa el Partido Popular.