España

Una gestión eficiente

Tiene razón la ministra de Fomento, Ana Pastor, protagonista ayer de Los Desayunos de LA RAZÓN, cuando afirma que la mejora de la economía española no ha llegado sola ni por arte de magia. El cambio de ciclo que está viviendo España ha sido fruto de una serie de esfuerzos combinados, en los que la política del Gobierno, con sus medidas de consolidación fiscal y el programa de reformas, debe recibir el crédito que se merece. El simple incremento de los impuestos, además de ser una medida de eficacia inmediata, tal vez habría aplazado lo inevitable –el rescate de nuestro país por parte de la troika–, pero no hubiera sido suficiente para enderezar el rumbo. Junto con la consolidación fiscal, el saneamiento del sistema financiero y las reformas estructurales, como la laboral, hubo de abordarse la inaplazable reducción del gasto público, que, junto al déficit exterior, la deuda y la inflación, se había convertido en uno de los mayores frenos para nuestro despegue. Uno de los ministerios más implicados en el proceso, por su doble condición de ser el organismo inversor por antonomasia y gestor de las principales infraestructuras públicas, ha sido, precisamente, el que dirige Ana Pastor, cuya labor frente a los grandes desafíos planteados por la crisis y, es forzoso decirlo, por los errores cometidos durante los años de bonanza, ha recibido los mejores elogios. Ayer, la titular de Fomento anunció en nuestra Casa varias noticias de gran calado: que su departamento ha salido de los números rojos, que se abrirá concurso público para buscar un socio industrial que opere en el campo del transporte de mercancías por ferrocarril, que la privatización de AENA sigue su curso y, un dato que refuerza los síntomas de recuperación, que el tráfico en las autopistas de peaje empieza a repuntar. Que Fomento haya salido de los números rojos resume la buena gestión ministerial. Porque Pastor tuvo que afrontar una deuda de casi 47.000 millones de euros, cifra que equivale a 4.000 euros por cada familia española, y con unas pérdidas añadidas de gestión de 694 millones de euros para 2011. Dos años después, pese a la amplitud de las restricciones presupuestarias, se ha cerrado el último ejercicio con un beneficio neto de 300 millones de euros. Pero lo más significativo es que esos resultados no han sido fruto en exclusiva de reducciones y ajustes, sino de una nueva forma de entender la función de las infraestructuras, el transporte y la vivienda al servicio del crecimiento económico y la creación de empleo, que es el objetivo principal declarado del Gobierno, desechando arraigados dogmas estatalistas sobre la gestión de los medios públicos, que impedían en gran manera la eficacia y la rentabilidad de instalaciones y empresas públicas. Es ése el mérito principal de Ana Pastor, y de justicia es reconocerlo.