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Una oposición lamentable

La confirmación de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, comparecerá ante el Congreso el próximo uno de agosto ha sido recibida por el principal partido de la oposición con una serie de despropósitos que, sin embargo, ponen de manifiesto que sólo el oportunismo político anima a un partido socialista en sus horas más bajas. No era nada que pudiera sorprender a Mariano Rajoy ni a la inmensa mayoría de los ciudadanos, que están al cabo de la calle de los usos del PSOE, como demuestran, tozudas, todas las encuestas sobre intención de voto. Pero, sin duda, lo que retrata a los dirigentes socialistas no es su proclamada predisposición a ignorar cualquier hecho o explicación que desvirtúe sus preconcebidas posiciones, sus prejuicios, sino el desprecio a las preocupaciones de los españoles. La frase, que quiere ser desdeñosa, del secretario de Organización del PSOE, Óscar López, advirtiendo de que no permitirán que el presidente del Gobierno se enrede en planteamientos sobre la situación económica, descubre, más allá de juicios de intenciones, la voluntad de utilizar el Parlamento como simple muleta de su campaña de descrédito contra el Partido Popular. Pero, en este asunto, los socialistas no representan más que a una pequeña parte de la ciudadanía, por más que se arroguen papeles que no les corresponden. Y esa ciudadanía, que ha sido objeto de una campaña de agitación y propaganda insidiosa, sí se encuentra alarmada y desorientada ante lo que se presenta como una causa general contra el Gobierno, con el objetivo último de negarle la legitimidad alcanzada en las urnas. La alarma afecta en buena parte a los votantes y simpatizantes del Partido Popular, de siempre mucho más exigentes con el manejo de las cuentas públicas, a quienes el bombardeo indiscriminado de acusaciones sin pruebas, incluso insidias, sin otro fin que diluir las verdaderas responsabilidades de un presunto delincuente en prisión provisional, crean la inevitable desconfianza. Es, fundamentalmente, por ellos, por esos ciudadanos sinceramente preocupados por la situación, por lo que Mariano Rajoy ha aceptado comparecer en el Congreso. En estas circunstancias, el papel del PSOE, que ha hecho del seguidismo de Luis Bárcenas su caballo de batalla, carece de importancia. Ya sabemos lo que van a decir, lo que afirman que van a creer y los argumentos de su estrategia. Un estilo de oposición lamentable que, pese a todo, no impedirá al presidente del Gobierno trasladar a los españoles la seguridad de que la Justicia pondrá a cada uno en su sitio y de que la verdad de un partido político de una trayectoria honrada se abrirá paso. Y, también, de que la solidez de su Gobierno es la mejor garantía para superar la crisis económica que sí preocupa de veras a todos.