Papel
Unas explicaciones convincentes
La comparecencia del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, a petición propia, sin duda ha desilusionado a quienes creían poder tergiversar torticeramente un asunto en el que no hay más que rascar que lo que el ministro ha contado. Un relato meridianamente claro, punto por punto, sobre una reunión que nada tiene de extraño. Fernández Díaz relató su encuentro en sede ministerial, a plena luz del día y a la vista de todo el mundo, con el ex vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato. La razón, la buena amistad que les une desde hace más de treinta años y la «fundada preocupación» por su seguridad y la de su familia. Frente a los que desde la izquierda desprecian la presunción de inocencia de Rato y sólo ven a un «culpable», el ministro pidió ayer en sede parlamentaria no frivolizar con la seguridad del ex vicepresidente, y añadió que «más de 400 tuits» con amenazas de muerte a él y a su familia justifican el encuentro. Fernández Díaz afirmó en este punto que él ha hablado con imputados y condenados de otros partidos, que tienen todo su respeto, y que también cuentan con protección de su Departamento. Unas declaraciones que muestran su honestidad e igualdad de trato más allá de partidos e ideologías. Algo que no es fácil de encontrar entre las filas de una oposición que ha pretendido instrumentalizar este asunto para hacer un «escándalo» con una situación que no pasa de haber pretendido provocar una tormenta en un vaso de agua. Frente a ese absurdo ha respondido la Judicatura. Las asociaciones de jueces y fiscales apuntaron ayer que no ven delito en la conducta del ministro del Interior por su reunión con el ex vicepresidente y criticaron con dureza la decisión del PSOE de presentar ayer una denuncia por estos hechos, al que acusan de llevar la contienda política a los tribunales. Más allá fue el portavoz de la Asociación de Fiscales (AF), también mayoritaria en la Carrera, al reprochar al PSOE «la instrumentación de la Fiscalía para dirimir disputas políticas», y añadió que la consecuencia jurídica de la reunión entre Díaz y Rato es nula. Incluso la nada sospechosa Unión Progresista de Fiscales aseguró que es difícil derivar una conducta delictiva por parte del ministro. Resulta lamentable, por otro lado, y a la vista de lo afirmado en el Congreso por Fernández Díaz, que la tormenta mediática de algunos y los retorcidos planteamientos políticos de ciertas formaciones hubiesen provocado en el ministro palabras de reserva ante posibles situaciones futuras. Su buena fe, al parecer, no casa bien con los que escarban a la búsqueda de escándalos y quieren, como dijo Rajoy al respaldar a su ministro, «pescar en río revuelto». En este caso, se van con las manos vacías. No hay nada. Sólo una gestión honrada y éticamente impecable.
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