Crisis económica
Unos Presupuestos para crecer
El Gobierno aprobó ayer los Presupuestos Generales del Estado para 2014, que constatan en sus previsiones el avance de la economía. Serán los terceros de una legislatura en la que los dos primeros estuvieron marcados por las restricciones obligadas por una calamitosa herencia recibida. El Ejecutivo definió estas cuentas como las «primeras de la recuperación», en las que no se olvida preservar «el equilibrio» con «la necesaria austeridad y la contención de gastos», al servicio de una política de consolidación fiscal, un propósito en el que no podemos fallar. Definen, en suma, un momento de transición entre la recesión y el crecimiento. Oficializan el esperado punto de inflexión que motivó también ayer que el Ejecutivo revisara en positivo sus pronósticos para este mismo año.
El cuadro macroeconómico confirma el crecimiento anual y la creación de empleo neto en el segundo semestre, un escenario que hace dos años parecía un imposible, además de cierta recuperación del consumo y la inversión. En cifras, el Gobierno reduce en ocho décimas el paro esperado para todo el ejercicio (25,9%) y eleva dos décimas el avance esperado de la economía (0,7%). Otro rasgo sustantivo del proyecto es que no contempla subida de impuestos, y que incluso prevé rebajas selectivas de algunos tributos. En este caso, cabe esperar que más pronto que tarde el Gobierno concluya que la estabilidad económica permite incidir en las reducciones impositivas.
Se revisten además del realismo que ha impregnado la política económica. Las estimaciones están por debajo del consenso de los analistas y eso les concede una dosis extra de credibilidad. No se comete el error de caer en la desmesura en el análisis de una economía aún amenazada por dificultades e incertidumbres. Baste apuntar como ejemplo que los ministerios contarán con un presupuesto 2.000 millones menor que lo que gastará el Estado en pagar los intereses de la deuda: 36.590 millones. Pero, insistimos, la prudencia funcionó bien con los Presupuestos anteriores y concede a los presentes el crédito que merecen. No hay milagos tras la recuperación consignada, sino una política sensata y mucho sacrificio ciudadano. Las reformas estructurales han sido claves en este nuevo escenario, que permite, por ejemplo, que los Presupuestos prioricen la apuesta por la cultura, las becas y la investigación, o que sean capaces de sostener un ingente esfuerzo financiero en pensiones y prestaciones por desempleo. Una dirección económica que también ha deparado que la inflación se situara en el 0,3% en septiembre, la tasa más baja desde noviembre de 2009. Los resultados han refrendado la validez de una línea de reformas, de equilibrio y de responsabilidad en la que es preciso perseverar. Dos años después, Rajoy se mantiene en el discurso del compromiso y de la verdad. No minimizó la crisis ni la recesión, habló de adversidad y de sacrificios antes de alcanzar el objetivo. Una meta aún lejana, pero que ya es posible.
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