Parresía

Egoísmo y xenofobia

Está pasando en Canarias, aunque nos hayamos escondido todos en la rutina de ver esa realidad con mando a distancia para huir cuando nos perturbe

Existen partidos políticos como Junts o ERC, que exhiben siempre que pueden su complejo de superioridad ante las cámaras y que, con el problema de los menores extranjeros no acompañados, se borran rápidamente de la lista solidaria para acogerles, cero remordimientos, tufo xenófobo. Solo quieren dinero y leyes a su medida. Os lo escribo hoy, el día en el que veremos regresar a Cataluña desde Suiza, cual heroína, a la líder de ERC fugada, Marta Rovira.

Los socios independentistas de este Gobierno van a lo suyo, sin escrúpulos. Pero nos costará encontrar una respuesta crítica del ministro de turno a su falta de empatía. En el argumentario socialista, todos los dardos deben dirigirse siempre hacia el PP. Aunque los de Feijóo hayan aceptado esta semana el reparto de cerca de 400 menores desde Canarias y Ceuta a las regiones que ellos gobiernan.

Idéntica situación viven los populares a su derecha, ahora que VOX intensifica su cruzada contra los niños no acompañados, con el peligro de desaparecer de cinco Gobiernos autonómicos. Aplaudo al señor Feijóo por no ceder ante las amenazas de Abascal y, sobre todo, por empatizar con Canarias, esa España periférica cuyos problemas son tan importantes como los de otras regiones peninsulares y necesita ayuda urgente para gestionar el drama migratorio. Se acrecentará en los próximos meses y jamás se resolverá si la Unión Europea sigue mirando a otro lado. Continuarán llegando cayucos a nuestras cosas y, si somos un país en condiciones, que lo somos –nadie nos gana a pie de calle en solidaridad–, tendremos que hacer frente al problema juntos, como nación.

En una reciente entrevista radiofónica, el presidente canario, Fernando Clavijo, iba más allá de los titulares que todos conocemos, más allá de la denuncia y de implorar humanidad. Hablaba de casos concretos: Unos niños de solo 6 años que el otro día tuvieron que ver morir a sus padres en alta mar, que presenciaron como después fueron tirados por la borda, que llegaron en shock a tierra firme, en El Hierro. Y hace solo tres días, más de lo mismo: Una embarcación arribó al puerto de Tenerife con dos fallecidos, progenitores de otro menor que viajaba con ellos y que también se encuentra solo, hundido, a cargo de los servicios sociales. Imaginad a más de cinco mil menores como ellos, viviendo hacinados en centros de internamiento. Alguien tendrá que atenderles, ¡y no hay manos! Está pasando en Canarias, aunque nos hayamos escondido todos en la rutina de ver esa realidad con mando a distancia para huir cuando nos perturbe. Está pasando y, ahora que lo pienso, a Miriam Nogueras le vendría muy bien darse una vuelta por allí.