El desafío independentista

Barcelona, abocada al desgobierno

La ciudad de Barcelona afronta unas elecciones de pronóstico incierto. Cualquiera de los desenlaces probables es más que preocupante para los ciudadanos. Si los cuatro años pasados, gobernados por Ada Colau con una minoría condicionada por la incapacidad de la alcaldesa de alcanzar acuerdos y por una gestión marcada por el sectarismo, el populismo y la incompetencia, han supuesto un retroceso para la capital, el porvenir apunta a más de lo mismo o peor conforme a la encuesta de NC Report. ERC, con Ernest Maragall, ganaría los comicios con diez concejales (cinco más), seguido de los comunes de Colau, con nueve (dos menos), el PSC de Collboni con ocho (cuatro más) y el PDeCAT con seis (cuatro menos), como fuerzas principales.

Por detrás, el experimento Valls resultaría fallido y Cs perdería un edil de los cinco que tenía, mientras que el PP salvaría dos (uno menos) como la CUP. Con esta distribución, la composición de mayorías será un objetivo abrupto y con caducidad y en todo caso se proyecta más desgobierno en una legislatura con alianzas inestables condicionada por intereses partidarios cortoplacistas. Si le sumamos que personajes intolerantes como Maragall o Colau pueden estar al frente y el viraje separatista del Ayuntamiento de la segunda ciudad de España, el pesimismo se acentúa.