Inmigración

El drama migratorio exige coherencia

La gestión de los flujos migratorios irregulares que lleva a cabo el actual Gobierno no sólo carece de una línea política identificable, sino que, en demasiadas ocasiones, parece moverse a espasmos. Así, y sin que sea posible adivinar la lógica del proceso de toma de decisiones, unas veces se adoptan medidas inflexibles, como en el caso del pesquero «Nuestra Madre Loreto», y en otras, como ayer, se contravienen los acuerdos europeos y se autoriza la entrada del buque «Open Arms», rechazado por Italia, Malta, Francia y Túnez, con su carga de sufrimiento. Porque, y es lo que más nos atribula, detrás de este, al menos, caos aparente se hallan seres humanos en condiciones penosas y con grave riesgo de sus vidas. Ayer nos alcanzó otro retazo cruel de esta tragedia cotidiana cuando, tras un arriesgado rescate en aguas de Alborán, Salvamento Marítimo reportó que los cuerpos de dos bebés, fallecidos en la patera la noche anterior, habían sido arrojados al agua. Sólo hasta noviembre de este año han muerto en el Mediterráneo 2.133 inmigrantes, 681 de ellos cuando trataban de alcanzar las costas españolas. Este drama terrible exige algo más que impulsos humanitarios que acaparan titulares dos días. Exigen estudio, estrategia europea y mucha coherencia.