El desafío independentista
ERC se cansa al fin de Puigdemont
Una parte del separatismo catalán, comenzando por el líder de ERC, hoy encarcelado, Oriol Junqueras, parece estar despertando a la realidad de lo que esconde la actitud maniobrera del ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que no es otra cosa que la defensa a ultranza de sus intereses personales, aunque sea a costa de embarcar a Cataluña en unas nuevas elecciones autonómicas. Saben los republicanos, y así lo ha expresado por vía interpuesta el propio Junqueras, que la mejor opción del nacionalismo es aprovechar la mayoría que le otorgaron las urnas, antes de correr el albur de un nuevo enfrentamiento electoral que, por las trazas de los sondeos de opinión, podría dejarles a cuatro escaños de la mayoría absoluta, haciéndoles depender de la ciclotimia de la izquierda radical de Podemos. Pero la solución no puede ser tan difícil. Si Puigdemont pretende alargar el bloqueo para mantenerse en el candelero todo lo que pueda, basta con negarle los apoyos de ERC para una inútil investidura a distancia, que, además, es ilegal. Tal vez así desista el fugitivo berlinés –antes bruselense–, y se pueda elegir un presidente de la Generalitat sin hipotecas judiciales para del 22 de mayo.
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