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Ha muerto una española universal

El fallecimiento de la soprano Monserrat Caballé ha llenado de pesar a todos aquellos que, sin distinción de fronteras, sexo o edad, tuvieron el privilegio de disfrutar de una de las mejores voces de la historia de la Ópera, no sólo por la calidad excepcional de su registro, sino por la exquisita sensibilidad que transmitía, reflejo de un carácter afable, pleno de humanidad. Monserrat Caballé, catalana nacida en Barcelona, era una española universal y, por lo tanto, su vida y su obra pertenecen a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Nunca renegó de sus raíces, nunca cayó en las pequeñas mezquindades que el devenir de la política trajo en los últimos años de su vida. Un icono de Cataluña, de España, como la Caballé, tuvo que sufrir el desprecio de quienes, desde el nacionalismo más pedestre, quisieron hacer de su figura, gigante y entregada al mundo, algo pequeño y excluyente. Monserrat Caballé nunca morirá para quienes conocieron a través de su voz y de su arte la belleza de la música, para quienes disfrutaron su magisterio, que también lo tuvo, impagable, ni morirá para las generaciones que nos sucedan, a las que siempre acompañará a través de sus grabaciones. Porque los genios no mueren y Monserrat era uno de los más grandes.