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Liderazgo contra el terrorismo yihadista

El terrorismo yihadista constituye una amenaza global para la paz y la libertad. Tal vez, la mayor de todas las que se ciernen sobre las sociedades civilizadas. Se ha tardado demasiado tiempo y se ha pagado un precio doloroso, pero al fin los gobiernos han comprendido que sólo desde una convergencia de medios y esfuerzos se podrá doblegar a un enemigo común. Barcelona acoge hoy la conferencia de ministros de Exteriores de 36 países de la Unión Europea y de la ribera sur del Mediterráneo para analizar cómo reforzar la cooperación contra el fanatismo islamista, amén de otros asuntos como la inmigración ilegal o la energía. Es una cita clave, bajo liderazgo español, porque los últimos sucesos en Oriente Medio, pero también en el Magreb, nos demuestran que es preciso responder con contundencia y eficacia sin infravalorar la amenaza. En esta guerra contra el terrorismo los errores se pagan con sangre. El ministro Fernández Díaz insistió ayer en el peligro cierto que se vive en Cataluña por los vínculos del independentismo con ciertos colectivos musulmanes. «Una cosa es trabajar para la convivencia y otra es utilizar a inmigrantes para una causa política como es el independentismo», dijo, con razón. Es una mezcla peligrosa, y puede que fuera de control, aunque se piense lo contrario. Se juega con fuego con un material explosivo.