Partidos Políticos

Un «no debate» sin ganador

Ni siquiera la crisis en Cataluña dio altura a un debate, es decir, a una confrontación de ideas y propuestas de soluciones, que se convirtió, incluso con la novedad de Santiago Abascal, en un calco de los que se celebraron en la campaña electoral del pasado abril. Los cinco líderes políticos mantuvieron unos discursos dirigidos a la propia clientela, con los inevitables rifirrafes entre bloques ideológicos que operan en el mismo espectro electoral y que, una vez más, Albert Rivera consiguió teñir de acidez. Por lo demás, no hubo otra novedad significativa que la conversión del candidato socialista, Pedro Sánchez, a la teoría de que se permita gobernar al partido más votado, augurio cierto de que se resistirá con uñas y dientes a formar un gobierno de coalición con Pablo Iglesias, aunque la próxima aritmética parlamentaria lo hiciera posible. En este sentido, no le falló la intuición al líder de Unidas Podemos que, entre demagogias varias y ya manidas, no dejaba de insistir en obtener un compromiso postelectoral de Gobierno del presidente en funciones, sin resultado. Por el contrario, lo que sí consiguió Abascal es que tanto Pedro Sánchez como Iglesias acabaran contendiendo directamente con él a cuenta del franquismo y de la inmigración.