El canto del cuco

Ni elecciones, ni censura, ni confianza

Esto da pie a que crezca el convencimiento en una parte notable de la población de que «éste no se va» aunque tenga que hacer trampas para seguir perpetuamente

Cada día que pasa aumentan los partidarios de acabar ya con el fallido Gobierno de Pedro Sánchez. La voluntad del presidente de perpetuarse en el poder sin Presupuestos ni respaldo parlamentario, con el único argumento de impedir la alternancia, representada por la derecha, se considera una amenaza evidente a la vigente democracia parlamentaria. Su encastillamiento sucede cuando la Justicia está llamando a su puerta y diversas fuentes apuntan a su responsabilidad personal en actuaciones presuntamente delictivas sucedidas en el seno de su partido. Episodios como el juicio, visto para sentencia, contra el fiscal general del Estado, protegido suyo hasta extremos temerarios, o las insoportables revelaciones de la «fontanera» Leire Díez sobre las cloacas socialistas, confirman que así no se puede seguir.

Hay tres salidas posibles: elecciones, moción de censura o cuestión de confianza. Tanto el adelanto electoral como la presentación en el Congreso de la cuestión de confianza corresponden al presidente Sánchez, que no está por la labor porque sabe que hoy tiene prácticamente asegurado el rechazo del pueblo en las urnas y el rechazo de los representantes del pueblo en el Parlamento. Así que decide huir hacia adelante para seguir residiendo en La Moncloa a toda costa, aunque, a estas alturas, haya dudas razonables de su legitimidad política. Decide seguir al frente del Gobierno aunque no pueda gobernar. Incluso sueña con perpetuarse en el poder en la próxima legislatura. Esto da pie a que crezca el convencimiento en una parte notable de la población de que «éste no se va» aunque tenga que hacer trampas para seguir perpetuamente.

Sólo queda darle carrete hasta 2027 o presentar ya una moción de censura que acabe de una vez con el sanchismo. Después del contundente rechazo de los neoconvergentes catalanes, hay votos suficientes en el Congreso para que la censura prospere. El problema está en quién encabeza la moción. En principio tendría que ser Alberto Núñez Feijóo, líder de la oposición; pero Junts no es partidario de un Gobierno que dependa de Vox, y el PP tampoco es partidario de un Gobierno que siga dependiendo de Puigdemont. La solución que se propone es que encabece la moción un personaje independiente y prestigioso -el último propuesto ha sido Felipe González- que forme un Gobierno neutral con el exclusivo objeto de convocar elecciones. Pero eso mismo podría hacerlo el centrista Feijóo, sin necesidad de dar tantos rodeos y sin el fantasma de Vox por medio. En fin, es difícil salir de este enredo. De seguir así, ni censura, ni confianza, ni elecciones. ¡Carretera y manta hasta el 27!