
Al portador
Un elefante cada vez más grande en la habitación
El agujero de las pensiones es cada día mayor sin que, al mismo tiempo, sus cuantías sean espectaculares en términos reales
Soren Kierkegaard (1813-1855), el filósofo danés padre del existencialismo y pesimista por antonomasia, aseveraba que «la rutina engendra monotonía; la monotonía, tedio, y el tedio es la razón de todos los males». La Seguridad Social (SS) publicó ayer que en diciembre ha pagado la friolera de 12.974 millones de euros en pensiones a 9,3 millones de beneficiarios, que reciben una media –no siempre son representativas– de 1.261,9 euros al mes, aunque en el caso de las de jubilaciones se llega, también es un media, a 1.449,9. No es mucho, a pesar de que en algunas familias sea el mayor ingreso, superior incluso a los de quienes trabajan y que eso permita a bastantes subsistir, poco más. Mes tras mes, con monotonía kierkegaardiana el gasto en pensiones aumenta sin que se le preste demasiada atención, al margen incluso de las repetidas advertencias de que es insostenible. El gasto total en pensiones en 2024, a falta del cierre del año, ronda los 185.000 millones de euros, mientras que los ingresos por cotizaciones apenas rozan los 165.000 millones. La Seguridad Social todavía tiene que hacer frente a más gastos, con lo que la cuenta anual supera los 208.000 millones de euros. Todo cuadra –es un decir– porque el Estado le presta algo más de 40.000 millones que, acumulados a los de años anteriores, suman una deuda –impagable– de más de 115.000 millones de euros, que irá en aumento. El Gobierno, en un intento de parchear las cuentas, subirá a partir de enero las cotizaciones a empresarios y trabajadores –que ganarán algo menos– para recaudar otros 6.000 millones. Maquilla algo los números, pero nada más, porque el aumento anunciado de las pensiones casi se llevará esa cantidad. El agujero de las pensiones es cada día mayor sin que, al mismo tiempo, sus cuantías sean espectaculares en términos reales.
Las pensiones españolas –y el sistema de SS– son el gran elefante, cada vez mayor, en la habitación, que nadie, de forma deliberada o no, quiere ver. Sánchez y Feijóo, cada uno a su estilo, también con cierta monotonía, predican a los suyos a fin de año, pero eluden quizá lo más grave y, sobre, todo lo más impopular. Iván Krylov (1769-1844), fabulista ruso, en su cuento «El curioso», de 1824, describía cómo un personaje «muy curioso» visitaba un museo y no perdía detalle de nada, pero sin embargo no se percataba de un gran elefante que ocupaba todo el centro de la principal sala del recinto. Todo indica que es lo ocurre en España con las pensiones y que conduce al pesimismo y al tedio, «razón de todos los males», según Kierkegaard.
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