Mirando la calle

Elogio de la pereza

«Dudo que aun eligiendo el trabajo que a uno le gusta se logre “no trabajar ni un día”, como presuntamente dijo Confucio»

¿Son ustedes de los que no pueden estar sin trabajar? ¿Les provoca desasosiego? ¿Sentimiento de culpa? La relación entre la mentalidad judeocristiana y el trabajo es tan profunda que ha influido de manera rotunda en la cultura occidental. El trabajo encuentra fundamento teológico desde los textos del Génesis, incluso antes del pecado original: «Tomó, pues, el Señor Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase»; aunque es después de la infracción cuando se convierte en penitencia: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan». Tanto en el judaísmo como en el cristianismo, el trabajo se considera una responsabilidad moral. Y aunque ambas religiones valoran el esfuerzo constante, la autonomía y el servicio a los otros, en el cristianismo (especialmente en el catolicismo), se le adjudica, además, una dimensión comunitaria y social. El calvinismo y otras ramas del protestantismo, como bien explica Max Weber en «La ética protestante y el espíritu del capitalismo», promovieron la idea de que el éxito laboral era una señal de la elección divina. Así que, entre unos y otros, condujeron a Occidente a la creencia de que el trabajo casi va por delante del primero de los diez mandamientos… Y es curioso, porque en el mundo grecorromano, el trabajo (sobre todo el manual) se consideraba algo inferior y propio de los esclavos, y en algunas culturas orientales tiene una connotación mucho más espiritual y meditativa y desde luego no siempre ligada a la productividad. Trabajar está muy bien, sobre todo si se consigue trabajar en aquello que se ama… Aunque dudo que aun eligiendo el trabajo que a uno le gusta se logre «no trabajar ni un día», como presuntamente dijo Confucio. Pese a que esa mentalidad judeocristiana tan arraigada y presente en Occidente convierte al ocio y la pereza en puro vicio, yo creo que quien sabe aprovecharlos se vuelve más virtuoso. Según los expertos, esa pereza tan denostada «mejora la creatividad, el fomento de la autorreflexión y la reducción del estrés». Casi nada. Ya ven, toda la vida acumulando ansiedades mientras buscábamos la perfección en el trabajo y resulta que es en la pereza donde se encuentran la paz y las respuestas…