A pesar del...

Empresas despojadoras

Los mensajes apocalípticos contra el mercado y el capitalismo jamás detallan los costes que representa para la vida y la prosperidad de los ciudadanos el ataque de los biempensantes contra las empresas

Casi cualquier cosa que usted lea sobre las empresas será probablemente denigratorio, en particular si pulsa el fundamento moral más relevante y menos confesable del socialismo de todos los partidos: la envidia.

Así, la reacción ante el patrimonio y las retribuciones de empresarios y directivos cubre un amplio abanico de ofendiditos que pueden subrayar el escándalo, la codicia, la avaricia, de unos beneficios siempre «obscenos», o bien clamar ante el problema político de una democracia en peligro por culpa del «poder económico» de los empresarios, lo que exige una mayor intervención de los estados frente al «neoliberalismo», y para «luchar contra las desigualdades» fruto de unos empresarios con ganancias «excesivas».

La debilidad de estas consignas no arredra a sus esgrimidores. Un distinguido político, siempre calificado de moderado, afirmó: «Las multinacionales llenan sus cuentas bancarias mientras despojan al mundo de sus dones naturales»; debido al «apetito sin fondo por un crecimiento económico desenfrenado», la humanidad se ha convertido en un «arma de extinción masiva», con lo que es necesario «detener esta orgía de destrucción». Se trata de António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas. Incluso una persona como él utiliza esta retórica incendiaria, y carente de razón, porque las empresas crean riqueza, no la destruyen.

Además, como apuntó en «Disidentia» Luis I. Gómez: «Guterres parece haber olvidado que nuestra civilización se construyó en una lucha constante contra las fuerzas destructivas de la naturaleza, las plagas y las enfermedades que produce», y «no se puede hablar de una extinción masiva comparable a ninguna de las cinco que ha sufrido la Tierra hasta ahora». La biodiversidad no disminuye en todas las escalas espaciales y la mayoría de las especies incluidas en la lista de las destinadas a desaparecer «no están en absoluto gravemente amenazadas y su extinción es bastante improbable a medio plazo». En suma, la llamada sexta gran extinción de las especies lleva décadas siendo sujeto de conjuras y conjeturas. Hasta ahora no se ha cumplido, como prácticamente todas las predicciones catastrofistas de la historia de la humanidad (https://bit.ly/42NesA2).

Como es normal, los mensajes apocalípticos contra el mercado y el capitalismo jamás detallan los costes que representa para la vida y la prosperidad de los ciudadanos el ataque de los biempensantes contra las empresas, como si el poder político no despojara de sus dones ni a la naturaleza ni a la gente.