Editorial
Una enmienda a la totalidad del sanchismo
La enmienda a la totalidad del sanchismo y el programa regeneracionista de Feijóo son cruciales para abrir ese tiempo nuevo que urge a la nación.
Concluido el plazo para que los partidos y coaliciones presenten sus candidaturas a las elecciones del 23J, tormentosas especialmente en el espectro de la ultraizquierda, Alberto Núñez Feijóo ha dado un paso adelante en la articulación de las primeras y decisivas actuaciones del que sería el programa del cambio en el caso de conseguir la mayoría suficiente, como presagia el consenso demoscópico. En este punto, y después de la experiencia de Pedro Sánchez y Frankenstein, la verdad como mandato vertebrador del particular contrato social del líder de la oposición con los españoles ha cobrado un relevancia superlativa como brújula moral que tiene que orientar todo gobierno responsable. Al escuchar sus palabras en un desayuno informativo, que han establecido un convenio público de presente y futuro, ha emergido una vez más el perjuicio que el sanchismo ha causado a los fundamentos más básicos de la democracia con la normalización de la desinformación y la manipulación como monedas de uso corriente en el día a día de la administración de socialistas y comunistas. Recuperar la confianza y la credibilidad en el ejercicio del gobierno, el respeto por las normas del estado de derecho y el desempeño ético de todos los servidores públicos constituyen obligaciones ineludibles de una catarsis institucional contra la arbitrariedad y el personalismo. Ese guion es una censura a estos años de ejecutoria de la izquierda. Como decíamos en las primeras líneas del comentario editorial, Núñez Feijóo ha avanzado un decálogo que define el proyecto derogador del sanchismo. Esencialmente, esas primeras decisiones pasarán por reducir impuestos, recuperar el delito de sedición, una nueva ley del CGPJ por la independencia judicial, convertir en «prioritaria» la lucha transversal contra la violencia de género, revisar las leyes aprobadas con Bildu y convocar una Conferencia de Presidentes para abordar asuntos cruciales entre administraciones como los fondos europeos, la política del agua o la financiación autonómica. A nuestro juicio, la cancelación de los proetarras de Otegi como socios en la dirección del Estado, como los reconoció el exvicepresidente Pablo Iglesias, marca la diferencia. Entender que, a diferencia de Pedro Sánchez, es igual de relevante con quién y qué se pacta, representa un giro determinante que reivindica un principio ético. Los verdugos serán siempre el problema porque su proyecto es la destrucción del Estado y de los derechos históricos de los españoles por cualquier medio. Los últimos intentos de Sánchez por negar la alianza con Bildu, clave en su investidura, aliado estratégico en las Cortes y en instituciones periféricas, delatan la cara más oscura de la política y a un líder atrapado en los gruesos errores de una gestión reprobada por una mayoría social. La enmienda a la totalidad del sanchismo y el programa regeneracionista de Feijóo son cruciales para abrir ese tiempo nuevo que urge a la nación.
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