Quisicosas
El esclavo pintor
El rey, complacido por la pintura, pidió a Velázquez la manumisión del esclavo: «Advertid, que quien tiene esta habilidad, no puede ser esclavo»
Juan de Pareja debía ser hijo de morisco y madre negra, a juzgar por el «color extraño» que le atribuye el pintor y tratadista del siglo XVII Antonio Palomino. Las mujeres africanas eran frecuentes en el servicio doméstico del sur de España, introducidas por negreros portugueses, y sus hijos heredaban la condición esclava. Juan de Pareja había nacido en Antequera (Málaga) y estaba adscrito al servicio de Diego Velázquez, para quien molía pinturas, preparaba pinceles y montaba lienzos en bastidores. Dotado de talento natural, había dado en pintar también en sus ratos libres, lo que tenía expresamente prohibido. Pasaba el rey ratos en el estudio y solía dar orden de que le volteasen los cuadros a medio hacer y apoyados en las paredes, para verlos. Pareja, astutamente, colocó uno de los suyos y, apenas lo vio Felipe IV, se arrojó a los pies del monarca pidiendo piedad. El rey, complacido por la pintura, pidió a Velázquez la manumisión del esclavo: «Advertid, que quien tiene esta habilidad, no puede ser esclavo».
El pintor y su asistente acudieron a Roma de 1649 a 1651, en misión oficial de comprar lienzos para la ampliación del Alcázar y allí emitió Velázquez carta de libertad para Juan de Pareja y decidió hacer de él un retrato excepcional que se conserva en el Museo Metropolitano de Nueva York. Se reconocen el pelo rizado, los gruesos labios y la ancha nariz africana, pero también rasgos aguileños. Tan realista resultaba, que la gente se hacía cruces al ver al hombre junto a su réplica en lienzo y, de tal éxito, recibió Velázquez la encomienda de pintar soberbiamente al papa Inocencio X.
Desde 1654, Juan de Pareja desarrolló en España su propia carrera y realizó muchos retratos regulares, de menor calidad que su jefe, pero algunos tan notables como el del arquitecto José Ratés. El estilo velazqueño desparece en sus obras religiosas, más italianizantes y coloridas, al estilo de los autores venecianos como Tiziano, algunas de enorme tamaño. Juan fue íntimo de Velázquez y su testigo en varios pleitos y asuntos jurídicos familiares. Murió en 1670, con poco más de 60 años, y estuvo lejos de ver el fin oficial de la esclavitud en la España metropolitana, en 1837. Sin embargo, su vida deja testimonio del talento y la herencia artística negra en el siglo de oro. Si Zurbarán, Murillo y el propio Velázquez retratan negros y moriscos en sus obras, Juan de Pareja pinta personalmente. Ahora, el Metropolitan de Nueva York expone sus obras hasta el 16 de julio en una muestra interesante que incluye cuadros del Prado y documentos que arrojan luz sobre la sociedad multirracial de la época.
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