Mar en calma

¡España!

En dos días nos enfrentamos a nuestra quinta final. Sería la cuarta Eurocopa que ganamos. Toda la fuerza, furia y fe del mundo. Tres efes que suelen dar los mejores frutos

El domingo ondearán banderas de España por todos los rincones de nuestro maravilloso país. Un lugar privilegiado en cuanto a paisajes, gastronomía, profesionales y solidaridad. Tampoco nos falta pasión. Por ello gritaremos ¡España! ¡España! ¡España! Y lo haremos por fin sin miedo, sin pudor, sin complejos…

El fútbol consigue desvincular nuestra bandera de un pasado que muchos quieren seguir teniendo presente para que vivamos enfrentados de por vida. ¿Cuándo seremos capaces de cerrar definitivamente todas las heridas?

Vemos en muchos lugares del mundo como la falta de entendimiento y sobre todo el odio, desembocan en violencia y asesinatos en balde hasta de los que acaban de estrenar su paso por el planeta.

Los eventos deportivos, y muy especialmente el fútbol, nos hacen entender que la unión hace la fuerza y que no merece la pena el enfrentamiento, menos aún ir contra los tuyos.

En un mundo cada día más globalizado, el fútbol es también un fiel reflejo del crisol de culturas en el que se están convirtiendo todos los países. Concretamente, en el emocionante y seguido partido España-Francia vimos como las razas se mezclan en nuestro continente y que la utópica raza pura es eso, una auténtica utopía.

Sacaremos las banderas, incluso los inmigrantes lo harán con orgullo, quizá más. Luciremos felices nuestro rojo y amarillo, con el objetivo de animar a nuestra selección que tan buenos momentos nos ha dado.

Cómo olvidar aquel 11 de julio de 2010. Se cumplió un sueño aparentemente impensable… por imposible. España ganaba su primer Mundial de fútbol.

Le siguieron muchas más victorias porque luchan por un objetivo común, con disciplina, humildad, trabajo en equipo, constancia, pasión, calidad humana y furia traducida en coraje.

En dos días nos enfrentamos a nuestra quinta final. Sería la cuarta Eurocopa que ganamos. Toda la fuerza, furia y fe del mundo. Tres efes que suelen dar los mejores frutos.

Las finales no se juegan. Las finales, ¡se ganan!