Biblioteca Harley-Davidson

Espectros del pasado

Los espectros de la Convergencia corrupta y del felipismo, vuelven a habitar los pasillos de nuestros ministerios

Ante la corrupción, toda contundencia es poca. Frente a ella seremos inflexibles. Esos son los huecos discursos automáticos de los partidos ante la corrupción en sus filas. Pero, luego, ni los cumplen, ni hacen nada, convirtiendo todas esas grandilocuentes afirmaciones en pura charlatanería.

Debido al caso Koldo, en el mundo socialista se han despertado los fantasmas del pasado, en concreto los espectros del triste final del felipismo, cuando episodios como el de Juan Guerra o Luis Roldán les hicieron perder el favor del votante y acabaron con su hegemonía política de más de una década.

Dada la aceleración propia de los tiempos actuales, lo que antes se tardaba diez años en hacer, se completa ahora en diez meses de pandemia. Con el agravante de que el sanchismo no puede reivindicar haber conseguido a cambio, como el felipismo, transformar y modernizar el país y renovarlo convirtiéndolo en otro. España sigue siendo la misma de antes que llegara Sánchez, solo que ahora un poco más sucia con el beneficio extraído a costa de los enfermos españoles. El sanchismo infla la pechera y se pone estupendo negando la corrupción, pero sigue caído de cuatro patas en ella y, precisamente, por decisión propia. Esa voluntad se muestra en perdonar a Junts para gobernar aún sabiendo que Puigdemont, Turull, Anna Erra, Miriam Nogueras, Albert Batet, Damià Calvet (todos los nombres principales del partido), estaban en Convergencia; una formación condenada en los tribunales por corrupción, hasta un punto tan contaminante, que tuvieron que cambiar de nombre al partido para hacernos creer que eran otros. ¿En serio piensa Sánchez que por cambiarse el nombre van a cambiar de conducta?

Los espectros de la Convergencia corrupta y del felipismo, vuelven a habitar los pasillos de nuestros ministerios. Tanto, que Sánchez prepara ya un decreto-ley prohibiendo a los fantasmas. Pero no hay ley que tenga efectividad contra ellos. Se filtran por todas partes independientemente de las órdenes y caprichos presidenciales.