Parresía

Estruendo electoral

El expresident fugado avanzó esta semana, en un tuit, que primero resuelvan su situación y luego… ya se pactará lo que sea. Aquí, cada uno a lo suyo

Los primeros espadas de la política nacional andan desaparecidos, recomponiéndose, tras el estruendo electoral que nos ha dejado un panorama político endiablado, espejo de nuestra gigantesca complejidad, para qué nos vamos a engañar.

Con un Partido Popular que ganó amargamente, porque no puede gobernar solo, y un PSOE sanchista que, aun perdiendo las elecciones, se dispone a negociar una investidura a fuego lento, sin prisas, con sus socios Frankenstein habituales y, rizando el rizo, con unos cuantos independentistas catalanes, fugados de la justicia. ¿Quién nos lo iba a decir la semana pasada? Nadie, ni siquiera el servil Tezanos, por muchas medallas que quiera ponerse.

Ojo, porque las reclamaciones de Junts a Pedro Sánchez, a cambio de votos, serían un imposible para cualquiera, además de atentar contra la Constitución. ¿Amnistía para los encausados del Procés y un referéndum de autodeterminación? ¿En qué cabeza cabe? Sin embargo, amigos, recordemos que nuestro presidente del Gobierno en funciones, manual de resistencia en mano, es capaz de todo. Puede incluso mentir, y decir después que cambió de opinión, y la historia cuela. Puede darle la vuelta a la idea y convertir en mentiroso al opositor, hacerle daño en las urnas y ganar un par de escaños. ¿Por qué no va a poder contentar ahora a Puigdemont? El expresident fugado avanzó esta semana, en un tuit, que primero resuelvan su situación y luego… ya se pactará lo que sea. Aquí, cada uno a lo suyo.

Debe de estar encantado Pedro Sánchez, desde La Mareta, observando cómo los populares piden tender puentes con él para luchar contra el Procés e imaginando el trago por el que tendrá que pasar Núñez Feijóo en breve, intentando una investidura fallida, por falta de apoyos.

A Feijóo le imagino preguntándose por qué un día tuvo que contentar a su partido y salir de Galicia, con lo tranquilo que estaba. Ahora mismo nadie se cambiaría por él en el PP, por muchas ganas que tengan algunos de señalar la posibilidad de que le suceda Isabel Díaz Ayuso. De todos modos, los asesores del líder del PP y, en general, los populares necesitan un tiempo de reflexión. Saber a dónde van, qué quieren y, sobre todo, cómo lograr convencer a un país en el que no se contempla, por desgracia, la unión temporal de las dos principales fuerzas democráticas para hacer frente a los numerosos desafíos que nos esperan, y no solo pienso en el independentismo. Esta que os escribe también necesita cargar pilas para el otoño tórrido que se avecina. Os leo pronto, en septiembre. Gracias por vuestra parresia.