
Quisicosas
El excepcional Carlo Acutis
Todo empezó en el funeral, cuando una mujer quedó súbitamente curada de un cáncer de pecho
Han repetido los observadores de las canonizaciones del domingo que los dos nuevos santos fueron jóvenes muy «normales», enfatizando su condición de muchachos dedicados a los estudios, el deporte o los amigos. Conozco menos a Pier Giorgio Frassati, pero de Carlo Acutis he conversado una hora larga con su madre, Antonia Salzano, y puedo decir, sin temor a ofenderla, que su hijo era todo menos «normal». Carlo dijo su primera palabra con tres meses y hablaba a los cinco meses. Desde muy niño insistía en visitar las iglesias que se encontraba al paso y manifestaba una devoción imposible de explicar desde su familia, muy escueta en el cumplimiento católico y encabezada por un abuelo editor, inmerso en el debate cultural ajeno a la fe. Tanto preguntaba el crío sobre el más allá, que Antonia acabó estudiando Teología para poder responderle: «¡Me daba la impresión de que mi ignorancia en esas materias socavaba mi autoridad!», dice con una sonrisa.
La mujer –gruesa, blanca de tez, inteligente, fuerte y desentendida de su aspecto (suele llevar un moño o una coleta recogida al desgaire)– tiene ahora una fe, no solo sólida, yo diría que granítica, total, una verdadera certeza. No le faltan razones, porque Carlo no deja de comunicarse con ella desde que falleció de una leucemia fulminante con 15 años y una sonrisa en los labios. Todo empezó en el funeral, cuando una mujer quedó súbitamente curada de un cáncer de pecho y siguió por un sueño simultáneo de dos de las amigas del chico, especialmente afectadas por su muerte: a ambas se les apareció en sueños explicándoles lo «felicísimo» que estaba y por qué debían dejar de llorarlo y preocuparse. Dos meses después de la pérdida, Antonia descubrió en su ordenador un vídeo en el que Carlo anticipaba su muerte y sonreía encantado ante la perspectiva del cielo. Ella, que había quedado desolada y sin hijos a los 40 y que pasó cuatro años más buscando inútilmente un nuevo embarazo, recibió a su vez una de las «visitas nocturnas» de Carlo, que le aseguró que tendría hijos de nuevo. Ese mismo mes concibió a los gemelos –Francesca y Michele– que el pasado domingo acompañaron a sus padres en la ceremonia de canonización de su hermano.
Nada de lo que está ocurriendo en torno a Carlo Acutis sorprende a esta mujer cuya imaginación ya quedó desbordada por su propio hijo. «Él ya predijo que sería beatificado y canonizado y todos los días nos llegan noticias de las curaciones y milagros que tienen lugar por su intermediación». Que alguien me explique qué tiene todo esto de normal. Con Carlo nos llega el viento impetuoso de otra dimensión.
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