El trípode

TC: «No existe obligación de vivir»

Ahora se suceden las sentencias a un ritmo vertiginoso, no teniendo los magistrados reparo alguno en «mancharse las togas con el polvo del camino»

Se entiende muy bien la batalla llevada a cabo por Sánchez para controlar el Tribunal Constitucional a la vista de los resultados que se van conociendo desde que consiguió su objetivo colocando en el supremo intérprete y garante del cumplimiento del orden constitucional a perfiles personales claramente comprometidos con sus políticas. Prácticamente «per saltum» desde su Gobierno y su gabinete monclovita al TC, y los frutos se recogen en tiempo récord.

Es inexplicable y lamentable lo sucedido con el recurso a la Ley del aborto, que con amplia mayoría «conservadora» en el Tribunal no haya existido sentencia hasta transcurridos 12(!) años de su interposición por el PP, y tras pasar esa mayoría a ser «progresista» haya sido fallado en apenas unas semanas, avalando la ley de 2010 recurrida y de paso prácticamente la de 2022.

Ahora se suceden las sentencias a un ritmo vertiginoso, no teniendo los magistrados reparo alguno en «mancharse las togas con el polvo del camino», en expresión pública y publicada del entonces Fiscal General del Estado con el Gobierno socialista de Zapatero y ahora Presidente del TC. Por cierto, que ninguno de esos Ejecutivos ha dispuesto de mayoría absoluta, como sí la han tenido en ambos casos Gobiernos del Partido Popular previos a ellos.

Pese a esto, ya han constitucionalizado también la Ley de Eutanasia cuando todavía está fresca la tinta de las páginas del BOE en el que se publicó, y asimismo la Ley Celaá de Educación. Leyendo las sentencias sobre el aborto y la eutanasia se comprueba el concepto que de la vida humana tiene el Tribunal, y así se entienden tantas cosas que están sucediendo. Pocas esperanzas quedan acerca de nuestro futuro colectivo como pueblo cuando el derecho a la vida de un ser humano queda supeditado a un presunto «derecho a decidir» de la mujer sobre su propio cuerpo –como alegaba el secesionismo catalán durante el procés–; o cuando se justifica el suicidio asistido aduciendo que «no existe la obligación de vivir», y se reconoce el derecho a la autodeterminación personal. La redacción del artículo 15 de la Constitución: «TODOS tienen derecho a la vida…», se entendía obviamente aplicado a todos los seres humanos, y como un derecho consustancial a su dignidad, como manifestó el que fuera Presidente del Gobierno que impulsó el texto constitucional, Adolfo Suárez.

Con estos conceptos del derecho a la autodeterminación y del derecho a decidir tan caros para los socios y aliados del Gobierno, no resulta sorprendente que dominen el TC estando en «la dirección del Estado». Pero el derecho a la vida es más importante que el derecho al procés.