Extraordinarios

Sergio y Jesús, los bomberos que perdieron la vida en el trágico incendio en un garaje subterráneo de Alcorcón, eran chicos extraordinarios, así les definen y así les recordamos. Tenían 34 y 38 años y todos sentimos su pérdida. Un vehículo eléctrico colisionó y una deflagración originó el trágico incendio.

En medio del caos, dos hombres que no dudaron, que solo hicieron lo que sabían hacer, ya no están entre nosotros. El tercer bombero que trató de ayudar tuvo más suerte. Pese a las heridas, Guillermo sigue luchando. Seguro que sus compañeros le están mandando la fuerza que precisa.

Probablemente recuerden aquella otra tragedia, hace ya casi 20 años en Guadalajara. Hubo incluso más víctimas. El fuego incontrolado de una barbacoa prendida por unos excursionistas se propagó rápidamente, cobrándose la vida de once miembros del retén de Cogolludo. Cuatro años después, en Tarragona, perdieron la vida cinco bomberos del Grupo de Actuaciones Forestales… lamentablemente, hay muchos casos más en el mundo.

Toda nuestra fuerza para las familias de Jesús y Sergio, que perdieron la vida ayudando, sirviendo, ejerciendo su vocación… algo que no sirve de consuelo, pero sí de honra. Una vocación valiente, arriesgada, con alta peligrosidad y una entrega total, sin miedo, sin fisuras y llena de esperanza.

Hoy, las llamas del incendio se han extinguido, pero Alcorcón y España entera siguen llorando la pérdida. Queremos alentar a las familias y amigos de los fallecidos: no estáis solos. Compartimos vuestro dolor. Vuestra vida, Jesús y Sergio, aunque breve, fue vivida intensamente al servicio de los demás. Descansad, valientes. Estáis en nuestra memoria. Vuestra entrega es un gran ejemplo para todos.

Benedetti decía: «la muerte es sólo una palabra cuando uno deja huellas». A mí me gusta pensar que la muerte no es el final. Que nos adelantan en el viaje con alguna misión. Como la de protegernos o guiarnos desde donde estén.