El bisturí
La fábrica de bulos de Ferraz no para de echar humo
Con las críticas a los clamorosos fallos en los cribados del cáncer de mama, han errado otra vez
La fábrica de argumentarios de Moncloa-Ferraz –tanto monta, monta tanto– no da abasto estos días para justificar ridículos e incongruencias, generar falacias con las que responder a críticos y opositores al régimen sanchista, y tratar de embaucar de paso a los incautos a base de bulos y desinformaciones.
A la vista de la debacle electoral propulsada por la carcoma de la corrupción que anticipan las encuestas, el presidente y parte de su séquito han decidido emprender una huida hacia delante jalonada, para su desgracia, de gazapos tácticos, contradicciones flagrantes y golpes de efecto artificiales que están volviéndose en su contra como si fueran un bumerán.
El tiro de parecer más de izquierdas que la izquierda y de intentar al mismo tiempo adueñarse del centro le esta saliendo al Gobierno socialcomunista por la culata, quedando un día sí y otro también en evidencia incluso ante los afines más incondicionales, que ya empiezan a dudar de las milongas procedentes del partido y del inefable Patxi López.
El calculado ataque dialéctico contra Israel y su campaña militar en Gaza ha sido una de esas cortinas de humo producidas por el sanchismo para silenciar las correrías con meretrices de José Luis Ábalos y las chistorras de Santos Cerdán que ha devenido en un ridículo internacional de dimensiones colosales, dejando al Gobierno y también a España en muy mal lugar. La exitosa negociación a cargo de Donald Trump del histórico acuerdo de paz en la zona mientras el PSOE y sus socios apalabraban en el Congreso de los Diputados un embargo de armas «fake» contra el país hebreo, da buena cuenta del desvarío socialcomunista en la que podría ser su recta final.
Cómo sería que hasta Marta Madrenas, la diputada de Junts en el debate de convalidación del decreto, tuvo que aportar un punto de cordura al exponer si era conveniente una iniciativa de este tipo cuando encima de la mesa estaba una propuesta para poner fin al conflicto que contaba con el aval del presidente de Estados Unidos y de la Liga Árabe. Ver a toro pasado a José Manuel Albares, el ministro de Exteriores, resaltando el papel clave de nuestro país en el acuerdo entre Israel y los terroristas de Hamás da idea también de la dimensión de esa deriva, al igual que la reacción de la izquierda a dicho plan de paz y al papel jugado por Trump en su logro, en los mismos días encima en los que María Corina Machado se convertía en Nobel de la Paz.
Las consecuencias de esa huida ciega hacia delante, de esa estampida sanchista ante la gangrena de la corrupción, no se ha reducido al plano internacional. En clave interna, el aborto y los fallos clamorosos de Andalucía en el cribado del cáncer de mama han sido las armas elegidas por la factoría monclovita para intentar correr un tupido velo en esta legislatura del despropósito, incurriendo de nuevo en un error de cálculo. La simple elección de dos de las peores ministras del Gobierno como arietes, la agriada Ana Redondo y la histriónica Mónica García, no da puntos precisamente a Pedro Sánchez y su séquito, sino que se los resta. Criticar además una actuación como la andaluza cuyo origen está en un protocolo emanado de María Jesús Montero cuando era consejera de Salud es la la gota que colma el vaso del desvarío.