Editorial

Fábula económica a costa de los españoles

El legado económico será una España peor y los españoles cercados por la precariedad

Hay pocos fenómenos como la inflación que castiguen tanto a una sociedad. Su referencia como el impuesto de los pobres no es gratuita. En las páginas de Economía publicamos un pormenorizado análisis sobre su evolución durante los dos últimos años en nuestro país, especialmente en la vertiente más sensible para las familias como es la de los alimentos. El dato de que la subida acumulada de estos productos básicos haya sido del 24,5% y que la factura se haya disparado en 1.500 euros más por hogar por este concepto describe las tribulaciones y los sacrificios a los que se han visto abocados los españoles. La merma de su poder adquisitivo ha resultado pavorosa y en consecuencia el empobrecimiento del país debería haber provocado reflexión, evaluación y autocrítica en los gobernantes, además de, por supuesto, empatía con los millones de compatriotas que andan sumidos en esas dificultades. Lamentablemente, no ha sido así. La izquierda ha mostrado una desafección insólita e irritante. El objetivo ha sido que nada ni nadie perturbara o desdibujara el relato del milagro económico de Pedro Sánchez que ha doblegado la pandemia y la guerra en Ucrania para alzarse como el faro para nuestros socios europeos. Por grotesco que nos resulte el discurso, imposible para cualquier analista mínimamente avezado e incluso provocador para el ciudadano de la España real, en los últimos días se han redoblado las fanfarrias de Moncloa al calor de la moción de censura, el último informe del Banco de España, el acuerdo sectario sobre la reforma de las pensiones o el dato del PIB de 2022 publicado por el INE. Como epítome de esa estrategia tan desafortunada como estéril sirvan las palabras de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que ha adjudicado a Pedro Sánchez el mérito del crecimiento del 5,5% en 2022, «muy por encima de los países de la zona euro y de economías tan importantes como la francesa, la italiana o la alemana». En realidad, España es el único país de la eurozona que no ha recuperado el nivel prepandemia, que lo hará previsiblemente a finales de año, y el PIB se estancó bruscamente en la recta final de 2022. Mientras, las perspectivas se revelan complicadas. Fiel a su deriva estratégica, Moncloa ha puesto el acento en una mejora de las previsiones para 2023 del Banco de España hasta el 1,6%, pero ha soslayado que son tres puntos menos que el año anterior, así como el menor consumo e inversión y una mayor inflación de alto riesgo. Esta política premeditada de desinformación por parte de la coalición no es inocua. Que ni un solo organismo o servicio de estudios haya respaldado la reforma de las pensiones, sino al contrario, hayan coincidido en que resulta insostenible además de opaca, provocaría una reacción en un gobierno serio. Moncloa no. Diagnosticar incorrectamente los problemas sólo los agudiza. Sánchez y sus ministros han adquirido una responsabilidad desoladora. Su legado económico será una España peor y los españoles cercados por la precariedad.