Parresía
Fama
Ya tiene la fama ansiada, manual de resistencia en mano, y ahora le tocará subsistir frente a un independentismo que tiene más que nunca la sartén por el mango
No es por daros envidia... Os escribo estas líneas medio adormilada pero contenta, desde un AVE, camino de Sevilla, a punto de asistir a la gala de las estrellas musicales más rutilantes del planeta. La capital andaluza se ha apuntado un tanto importantísimo al lograr que, por primera vez en 24 años, los Grammy Latinos salgan de Las Vegas y aterricen a la vera del Guadalquivir, con el impacto turístico y económico que eso conlleva: de entrada, más de 50 millones de euros y unos 10.000 visitantes de la industria musical «sevillaneando» y alucinando con la buena vida del Sur.
A la espera de disfrutar de las voces de Rosalía y compañía, ocupan mi mente los ecos de las intervenciones de sus señorías en el Congreso –exabruptos incluidos– y esa ovación final de la bancada socialista a Pedro Sánchez, recién investido, besado ayer por todos y cada uno de sus colegas diputados. Ya quisieran muchos de los artistas de los Grammy que les miraran con el mismo arrobo que le dedican al presidente sus ministras, incluida Yolanda Díaz. Solo habría que descontar de ese grupo de fans a Irene Montero y a Ione Belarra. Ahora también sabemos que las dos llevan meses sin hablarse con esa vicepresidenta que, en principio, las representaba. Montero y Belarra se han despedido de todas, todos y todxs con un último vídeo del Ministerio de Igualdad al ritmo de María Jiménez. Dicen «se acabó» solo horas antes de que veamos a Sánchez volver a prometer su cargo ante el Rey, en Zarzuela.
Pedro Sánchez ya no es un niño. Se crió, con total seguridad, como tú y como yo, viendo la serie «Fama» –en aquellos años solo había dos canales públicos de televisión en España– y, por tanto, tiene grabada a fuego esa frase icónica de la señorita Grant que encierra tanta verdad como las citas de Maquiavelo, cuya lectura ha recomendado él mismo en el Congreso. «Queréis la fama, pero la fama cuesta, y aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor». Pues ea, ya tiene la fama ansiada, manual de resistencia en mano, y ahora le tocará subsistir frente a un independentismo que tiene más que nunca la sartén por el mango, y ante el resto de esos socios que también le han apoyado, por supuesto, a cambio de dinero y promesas. ¿Sánchez se ha equivocado? Jamás, desde su punto de vista. Él siempre ansió pasar a la Historia por un hecho de impacto, inalcanzable para otros. He ahí la amnistía al Procés y entretanto esta España, crispada en sus calles. En solo unos días, asistiremos al espectáculo impuesto de la mesa de diálogo entre España y Cataluña allá, en el extranjero, con verificadores internacionales. Nos tocará pagar, con sudor, a justos por pecadores.
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