Parresía

El fiasco del «sí es sí»

Es una vergüenza que ninguno de los cargos políticos responsables de la ley del solo sí es sí haya tenido con las mujeres que la han sufrido el gesto básico de presentar su dimisión

Han tenido que pasar seis largos meses para que el Congreso de los Diputados haya acordado reformar la ley del solo sí es sí. Un tiempo precioso, en el que unas mil mujeres han sufrido viendo cómo la entrada en vigor de la ley estrella de la ministra Irene Montero, en nombre del feminismo, obligaba a los jueces a reducir las condenas de sus violadores, de sus abusadores, de sus verdugos emocionales. Más de cien de ellos están de vuelta en la calle antes de tiempo y ahí seguirán, porque no hay marcha atrás posible, tras semejante chapuza.

Esas mujeres son víctimas indefensas, por partida doble: víctimas de un delincuente sexual y de una mediocre y populista manera de hacer política. ¿Quién responde ante ellas? ¿Quién se pone en su lugar?

Algunos medios de comunicación lo hemos intentado, hemos hecho ruido. Cada día nos hemos dedicado a explicar las injustas consecuencias del sí es sí, con nombre y apellidos. ¿Y los responsables del fiasco? Unidas Podemos no ha dado su brazo a torcer, soberbio, a pesar de la cascada diaria de rebajas de condena. El PSOE, con unas elecciones a la vuelta de la esquina, ha terminado aceptando el error, no sea que le pase factura en las urnas aunque el CIS de Tezanos, como siempre, refleje todo lo contrario.

Es una vergüenza que ninguno de los cargos políticos responsables de la ley del solo sí es sí haya tenido con ellas el gesto básico de presentar su dimisión. Por otro lado, el presidente del Gobierno no ha querido o no se ha atrevido a ordenar el cese de Montero y, por si fuera poco, se ha ausentado expresamente del debate y de la votación de la reforma. Le hemos visto de precampaña en Doñana, escurriendo el bulto.

Debió de resultarle insoportable asistir en el hemiciclo a una derrota estratégica, votando lo mismo que su rival del PP y, por encima de todo, presenciando la inmolación de la coalición que encabeza, esquizofrénica, diciendo al mismo tiempo sí y no a una reforma legal de calado. Una coalición que ha saltado por los aires, como la Starship de Elon Musk. Veremos si algo queda de ella tras las autonómicas y municipales. Veremos si Pedro Sánchez se decide de una vez a prescindir de su socio.

De todos los errores que haya podido cometer este Ejecutivo de dos almas que nos gobierna, la ley del solo sí es sí resulta, de largo, el más grave y el más imperdonable para esta sociedad nuestra, anestesiada de escándalos, pero altamente sensible con los casos de violencia sexual. Nadie ha dimitido, pero España hablará el 28M.