El canto del cuco

Fin del «cordón sanitario»

La influencia de esta «nueva derecha» en los programas y actitudes del Partido Popular, en España y en el resto de Europa, se da por segura; pero también se confía en que las nuevas fuerzas populistas moderen sus impulsos radicales en contacto con el poder

Hay un corrimiento político e ideológico hacia la derecha. Esta tendencia es más perceptible en las nuevas generaciones. La reacción conservadora se observa tanto en Europa como en América. En España el bloque político de derechas está en condiciones de ganar holgadamente unas elecciones generales al bloque de izquierdas. Cada día que pasa el pendulazo se confirma con más contundencia. Ayudan a ello los escándalos que rodean al Gobierno «de progreso», pero es la tendencia general en la Unión Europea. Prácticamente en todos los países fracasan los viejos partidos socialdemócratas y se encaraman al primero o segundo puesto las nuevas formaciones populistas ultraconservadoras. Es un movimiento de fondo, telúrico, que tiene su epicentro en Estados Unidos y que parece imparable.

Entre los argumentos que maneja esta nueva derecha, tildada de ultra por las antiguas fuerzas, figuran: la avalancha migratoria descontrolada, la agenda verde y los abusos de la ideología de género. Se observa también un cansancio del materialismo dominante y una búsqueda espiritual, no siempre acorde, en su concreción, con los valores del cristianismo evangélico. En cualquier caso, reivindican el papel de la cultura judeo-cristiana en la construcción europea y, en general, en la razón de ser de las democracias occidentales. El estilo montaraz y antieuropeo de algunos de sus líderes ha hecho que aumenten los recelos ante la llegada de esta nueva derecha, que los más críticos califican, con poco fundamento, de «neofascista».

Esta prevención ante la llamada «ultraderecha», que en España está representada por Vox, dio lugar al establecimiento en torno a ella de un «cordón sanitario», que impedía o hacía poco recomendables los acuerdos de gobierno con dicha formación. Sólo, a duras penas, se permitían en Ayuntamientos y Gobiernos regionales. La norma de la exclusión, que ha regido hasta ahora la política comunitaria y que en España ha servido para dificultar la llegada del Partido Popular a La Moncloa, da síntomas de que empieza a relajarse, tanto en el núcleo duro de Bruselas como en los Gobiernos nacionales. Resulta poco presentable en democracia poner barreras o «cordones sanitarios» a la voluntad popular libremente expresada en las urnas. El caso es que estos «cordones» se aflojan. Esas son las previsiones. Se impone la realidad. Desde la izquierda se mantiene la resistencia, pero es, según parece, una batalla perdida. La influencia de esta «nueva derecha» en los programas y actitudes del Partido Popular, en España y en el resto de Europa, se da por segura; pero también se confía en que las nuevas fuerzas populistas moderen sus impulsos radicales en contacto con el poder.

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