Cuartel emocional

Un final feliz

La vida es cambiante, con altibajos, y la felicidad suele medirse de forma puntual, no como un estado permanente

Que yo sepa no existe una estadística fiable y universal que mida cuántas historias reales terminan con un final feliz en sentido literario, es decir, que sea un hecho palpable aquello de que “vivieron felices para siempre”. Lo que sí se puede analizar son las encuestas sobre bienestar y satisfacción personal, un indicador indirecto de cuántas personas sienten que su vida va bien. Por ejemplo y según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas en España, un 80,4 % de los encuestados declara considerarse feliz; mucho me parece sobre todo echando un vistazo a la calle, a las noticias e, incluso, mirando hacia adentro de nuestra camisa, pero, claro, el CIS es el CIS, lo menos fiable que se despacha pese al mucho dinerito que nos cuesta. A nivel global, de acuerdo con el informe Ipsos 2023 de Felicidad Global, aproximadamente el 73 % de adultos en 32 países dice sentirse feliz o bastante feliz. Estos estudios se basan en la percepción subjetiva de bienestar, es decir, en cómo se sienten las personas con sus vidas, sus relaciones, salud, situación económica o social, no en historias concretas con un principio y final feliz, tipo cuento. Estos datos sugieren que una gran mayoría de personas —en España y en muchos países del mundo— se siente, al menos en un momento, satisfecha o feliz con su vida. Pero feliz no equivale necesariamente a “final feliz” en términos definitivos: la vida es cambiante, con altibajos, y la felicidad suele medirse de forma puntual, no como un estado permanente. Quiero decir que aunque muchas personas reportan sentirse felices o satisfechas con su vida, no significa que sus historias tengan un final feliz para siempre. Las encuestas miden bienestar subjetivo, no desenlaces definitivos.

Client Challenge

Pero no se trata hoy de medir historias a título personal -cada cual se busca la satisfacción como puede-, sino lo felices que puede hacernos o que pueda reportarnos el hecho de acabar con los extremos a los que estamos llegando en este país, en que los mangantes, los puteros y los acosadores protagonizan las primeras páginas de los periódicos y los titulares de los telediarios, así como las tertulias, los editoriales, los artículos de fondo y también las charlas de taberna y portería, que son el pálpito del pueblo en definitiva.

Hay que tener puntería para elegir a los secretarios de organización de un partido que gobierna, eso sí, en minoría, para que el resultado sea el que tenemos ante nosotros. La pregunta que se hace la gente es siempre la misma, ¿hasta dónde vamos a llegar?, ¿qué nos queda todavía por ver?, ¿son tan intocables y están tan bien apuntalados que los vamos a tener para siempre ahí, burlándose de la ciudadanía? Un par de ellos están en la cárcel, el otro acaba de salir… de momento, y muchos están imputados pendientes de lo que la Justicia decida hacer, mientras contemplamos todo con una paciencia infinita, porque no nos queda otro remedio. La pregunta queda en el aire: ¿tendrá esto un final feliz? Ojalá nos quede salud para verlo.

CODA. Ha muerto Alfonso Ussía. El columnismo se va a resentir, como se resintió cuando murió Campmany. Se resentirá también la Monarquía en general y los Borbones en particular, de quienes fue defensor, consejero y paladín. Pero quienes nos vamos a resentir más somos los amigos, los viejos amigos que le conocimos, que le lloramos y le echamos profundamente de menos y que no olvidamos el truco de “magia” que hacía en todas las cenas con la ceniza de sus sucesivos pitillos…