La situación

El final del maratón

«Cuando las urnas se abren y se cuentan los votos, cualquier cosa puede pasar»

No es lo habitual, pero tampoco es imposible ganar un maratón al sprint en los cien metros finales, después de haber ido por detrás durante los cuarenta y dos kilómetros y 95 metros anteriores. Si aún queda alguna esperanza en Moncloa-Ferraz de que Pedro Sánchez se alce con el triunfo el próximo domingo es esta: que, a pesar de las sucesivas derrotas del PSOE en todas las elecciones celebradas desde 2019, salvo en Cataluña, el 23 de julio, en un último empuje heroico, el presidente consiguiese dar la sorpresa de sumar más escaños que el líder de la oposición, como hizo Felipe González en 1993 frente a José María Aznar.

La noche del 6 de junio de hace treinta años, González compareció ante los españoles al conocer que había renovado su mandato por un puñado de votos. Y dijo que «he entendido el mensaje de cambio sobre el cambio, de impulso democrático». Felipe llegó a la conclusión de que los españoles le habían prestado una legislatura más para que enderezara el camino. Y, si no lo hacía, le sacarían de Moncloa. Es lo que ocurrió en 1996. Una cosa es entender el mensaje y otra, estar en condiciones de enderezar el camino.

Pero eso fue a posteriori. A priori, Felipe llegaba sin resuello a la semana final de campaña, pero fue capaz de levantarse, activar su musculatura política y correr hasta la meta, cuando el presumible vencedor se veía ya en lo más alto de pódium. Hoy, la duda es si el motor de Pedro Sánchez, que siempre ha demostrado capacidad de resistencia, está tan gripado como para no reaccionar. Pero nadie debería hacer apuestas arriesgadas a estas alturas.

Feijóo, que ha sabido escapar de sus malos momentos en esta campaña –las semanas aciagas de la calamitosa gestión del PP de sus negociaciones con Vox–, ha llegado a las horas finales de la campaña subido a lomos de las encuestas, convencido de que tiene la opción de romper los augurios al alza y sentarse en Moncloa sin el cojín de Vox. Cuando las urnas se abren y se cuentan los votos, cualquier cosa puede pasar.