El trípode del domingo

Francisco en Mongolia

Mongolia es un estado perteneciente a la ONU desde una fecha tan reciente como 1960, aunque ya en el siglo XIII existía como un auténtico imperio, con un mongol al frente que está en la Historia con nombre propio: Gengis Khan

Mongolia es un estado perteneciente a la ONU desde una fecha tan reciente como 1960, aunque ya en el siglo XIII existía como un auténtico imperio, con un mongol al frente que está en la Historia con nombre propio: Gengis Khan. Es un país situado en el Asia central, cual un sándwich entre Rusia al norte y China al sur, y sin salida al mar. Su población es de apenas 3,4 millones, mientras su superficie es equivalente a tres veces la de España, lo que supone una densidad poblacional situada a la cola mundial, con tan solo 2 habitantes por Km2. Su distancia de Roma en avión es de 9 horas y su religión mayoritaria el budismo, contabilizándose apenas 1.400 católicos en el país.

Estos datos geográficos y demográficos bastan y sobran para entender que un viaje apostólico a la zona de cuatro jornadas de duración y un gran esfuerzo, no tiene explicación con el Papa Francisco, de 86 años, debilitado en su salud, máxime teniendo al lado un mundo occidental, en especial Europa, inmersa en un claro proceso de apostasía y descristianización. El ejemplo de España, que no mereció siquiera un fugaz viaje apostólico a Ávila con ocasión del V Centenario de Santa Teresa de Jesús, refuerza la opinión de búsqueda de otros objetivos por parte del Vaticano. Uno de ellos puede ser el de una mediación de alto nivel por parte del Papa entre Rusia y Ucrania para conseguir, al menos, un alto el fuego o tregua temporal que abriera la puerta a unas conversaciones para alcanzar un armisticio. El que eventualmente fructificase en un tratado de paz ya resulta ilusorio en estos momentos, pero sería más que suficiente para acabar con el conflicto militar que cada día que pasa acumula más dolor y más riesgos para la paz mundial.

Reforzaría esa hipótesis el anuncio por la oficina de prensa del Vaticano de una escala «técnica» en Moscú en el vuelo de regreso a Roma, alimentada por las palabras dirigidas por Francisco a unos jóvenes rusos alabando el papel en el pasado de la Gran Madre Rusia. Declaraciones que han satisfecho tanto en Moscú como han molestado en Kiev, pero que sin duda pueden facilitar el aterrizaje en la capital moscovita para dar un impulso decisivo a la operación vaticana. Por si acaso, miremos a lo que presuntamente la Virgen habría dicho en Garabandal durante las apariciones: «Al regreso a Roma del primer Papa que visite Rusia, comenzarán los graves acontecimientos con guerras e invasiones en Europa. El nombre: comunismo». Esperemos que esto no se produzca.