Sin Perdón

Los gayumbos de Tito Berni

Este exdiputado, como buen socialista, se paseaba como un modelo de ética y un defensor del feminismo

El nombre y las imágenes parecen salidas de una película de Torrente. La vida real supera la ficción. Las fotos de Tito Berni en gayumbos son demoledoras. Es la visión sórdida de un diputado provinciano. A su lado, una chica joven que nadie confundiría con una asistente parlamentaria o una camarera, salvo en alguna película subida de tono y contenido poco recomendable. Tito Berni, que es como se conoce al lumbrera del exdiputado socialista, ha asegurado que no es más que una víctima. Me he quedado más tranquilo cuando ha irrumpido el incombustible Patxi López afirmando que «en cuanto conocimos un posible caso de corrupción, reaccionamos en menos de 16 horas. Ese diputado entregó el acta y fue expulsado y esto va a ser lo que hagamos con cualquiera que esté en la misma situación». No sé si espera una recompensa, aplausos o que Sánchez lo ascienda a pelotari (por pelota) de primer nivel, porque hay que reconocer que se esfuerza en hacer méritos. He de reconocer, a pesar de mis críticas, que Patxi me cae simpático, sé que no es recíproco, pero me es igual, porque es un superviviente. Honrado en lo económico, es un pícaro en el terreno político.

Lo de Tito Berni es otra cosa. Y todo parece indicar que no es un caso aislado. Es un hedonista que le gusta ir en gayumbos, supongo que será porque estaba acalorado. Le falta el cuerpo de Albert Rivera cuando hacía anuncios políticos sin ropa. Hubiera sido un excelente modelo para alguna marca de colonia como «Varon Dandy». En cambio, el otro hace un ridículo espantoso. Lo siento por su mujer y sus hijos. A una determinada edad y con ese físico de barriga cervecera, propia de la Oktoberfest de Múnich, es mejor mantener la compostura. Tito Berni ha dedicado muchos esfuerzos y dinero, supongo de invitaciones ajenas en Ramses y otros restaurantes, para conseguir esa figura inolvidable que le hace entrar, de pleno derecho, en el panteón de políticos cutres. En la Antigüedad era el templo que los romanos dedicaban a sus dioses. Este exdiputado, como buen socialista, se paseaba como un modelo de ética y un defensor del feminismo. Al final, pasará a la historia como Tito Berni, el de los gayumbos.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)