El trípode
La guerra híbrida por un «nuevo orden multipolar»
Que el mundo atraviesa un tiempo de particular deterioro general resulta evidente con una simple mirada a la panorámica general en próximas y lejanas latitudes y longitudes
Que el mundo atraviesa un tiempo de particular deterioro general resulta evidente con una simple mirada a la panorámica general en próximas y lejanas latitudes y longitudes. En Europa, en su límite oriental, padecemos desde hace hoy exactamente 20 meses –comenzada el 24 de febrero de 2022– una guerra que no tiene visos de terminar, sino todo lo contrario, por contener todos los indicios de una batalla de desgaste en el marco de una guerra híbrida combatida por quienes un día fueron las dos superpotencias surgidas de la Segunda Guerra Mundial. Hoy la URSS no existe, pero China, cuya influencia global era entonces muy reducida, le ha tomado el relevo, y junto a Rusia lucha por un «nuevo orden multipolar» no sometido a la cosmovisión occidental, hegemónica y liderada por Estados Unidos desde la desaparición del imperio soviético el 8 de diciembre de 1991.
No es ésta una hipótesis de trabajo sino la constatación empírica del Tratado de cooperación bilateral suscrito en Pekín por Putin y Xi Jinping en vísperas de comenzar la «operación militar limitada» en territorio de Ucrania. En ese muy importante documento, describen precisamente que trabajarán en estrecha alianza por conseguir ese nuevo orden global, que definen como «multipolar».
Por su parte, el Oriente Próximo le ha tomado el relevo militar a Ucrania tras el brutal ataque a Israel por parte de la organización terrorista Hamás del pasado 7 de octubre, abriendo un frente que se consideraba transitoriamente pacificado a falta de una definitiva solución a la crisis que se arrastra en la zona desde 1948. El claro alineamiento de la República Islámica Iraní –que controla a Hamás– con China y Rusia, en oposición al entendimiento del Estado de Israel con Occidente, es suficiente para comprender que es otra batalla de esa guerra que están combatiendo los dos líderes globales China y EE UU con países interpuestos, ciertamente también muy peligrosa y arriesgada.
Partiendo de la premisa de que Ucrania es a Rusia lo que Taiwán es a China, el peligro de que en el Extremo Oriente se desate otra «operación militar limitada» –eufemismo utilizado para no hablar de una invasión– se acrecienta y alcanza niveles de una gravedad y peligro que recuerdan a la crisis de los misiles de Cuba, sucedida en estas fechas de 1962. Entonces Kennedy y Kruschev consiguieron controlar el riesgo de un «error humano» que desencadenara una guerra apocalíptica. Kruschev fue el derrotado y pagó su error con el cese decretado por el Politburó soviético. Pero ahora no es el caso ni de Xi Jinping ni de Putin.
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