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Parresía

La guerra del walkie-talkie

Si el de Waterloo no ve resuelto lo de su amnistía, ya puede prepararse el presidente del Gobierno para sufrir y resistir sin gobernar

Inmersos estamos ya en la batalla de la cuesta de septiembre. Nos hemos acomodado a regañadientes al retorno a lo cotidiano, a las carreteras en hora punta, a las cada día más caóticas estaciones de tren. Y por mucho que nos digan que la economía española crece por encima de lo previsto, seguimos alucinando con los precios del súper, del alquiler, de la vivienda.

Esa es la foto en la calle, mientras nuestros políticos regresan a la crispación de siempre en el Hemiciclo. Pedro Sánchez ha corroborado esta semana, en el Congreso, que Puigdemont tiene en sus manos el control remoto de España. Si el de Waterloo no ve resuelto lo de su amnistía, ya puede prepararse el presidente del Gobierno para sufrir y resistir sin gobernar.

No poder regresar a Cataluña como president, con las mínimas garantías, debe de escocerle demasiado al líder de Junts. Pedro Sánchez logró investir a Illa, sí, pero lo está pagando con sudor. Y seguro que le desvela la evolución del caso Begoña y lo de Venezuela.

No es asunto menor el rol de Madrid tras las elecciones que Nicolás Maduro dice haber ganado. De entrada, merece una explicación mucho más concisa de nuestro ministro de Exteriores. Albares se ha visto en situaciones más que engorrosas en lo que llevamos de legislatura, pero lo de ahora es ya de traca. Necesitamos saber qué pintaban, en la casa del embajador español en Caracas, los hermanos chavistas reunidos con Edmundo González, extorsionándole para que abandonara su país. El hoy presidente electo de Venezuela, por cierto, también podría arrojar más luz sobre este asunto.

El otro tema que ha pasado a ser, según el CIS, la primera preocupación de los españoles, se nos va de las manos en el Sur. Imagínate que llegan a tu pueblo, en cosa de 48 horas, más de mil personas. Sin techo, ni pan que llevarse a la boca. Lo de Canarias no tiene nombre, y lo de Ceuta sigue sin resolverse. El Gobierno –no se sabe por qué– evita pedir ayuda a Frontex para que intervenga en Canarias. Feijóo se ha ido a Roma, a tomar nota de las maneras de Giorgia Meloni con la inmigración irregular pero, para empezar, aquí no tenemos ni nos planteamos tener a mano terceros países a los que enviar migrantes.

Pensándolo bien, todo esto que te escribo puede dejar de ser relevante si a Israel, de repente, le da por invadir Líbano y nos vemos a las puertas de otra guerra mundial. Lo de los buscas y los walkie talkies reconvertidos en bombas selectivas contra Hizbulá da, como mínimo, para otra serie apocalíptica del Mossad. Crucemos dedos…!