
El trípode del domingo
Hoy: La unidad del Antiguo con el Nuevo Testamento
Hoy 2 de febrero es una fecha muy señalada en el calendario del santoral católico que conmemora la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y la Purificación de la Virgen María
Hoy 2 de febrero es una fecha muy señalada en el calendario del santoral católico que conmemora la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y la Purificación de la Virgen María. Ambas prácticas rituales eran establecidas en la ley de Moisés por la que todo primogénito varón debía ser consagrado para el culto del Señor en el Templo- ritual de la Presentación, (o rescatado mediante la entrega de dos tórtolas o pichones), mientras la madre de todo hijo varón debía seguir el de la Purificación a los cuarenta días del parto. El Evangelio de san Lucas lo narra y la Iglesia Católica desde el siglo V celebra ambos hechos de manera conjunta en esta fecha. También la fiesta de hoy es conmemorada como la de la Virgen de la Candelaria o «las Candelarias», conforme a la acreditada tradición de hacer un encendido de velas («candelas») y procesiones al comienzo de la celebración, y que tiene una extendida devoción popular y patronazgo en diversas localidades y países. Destaca de entre ellas el de ser la Patrona de todo el Archipiélago de las Islas Canarias desde finales del siglo XVI, al haber sido una talla de la Virgen de la Candelaria la primera encontrada allí, siendo reconocida como Patrona por la Santa Sede y promovida por la Corona de España. El Niño Jesús, como Hijo de Dios estaba exento del cumplimiento de ese precepto de la ley Mosaica, al igual que la Virgen María no necesitaba cumplir con el rito de la Purificación dado su parto virginal y su Inmaculada Pureza, pero la Sagrada Familia quiso ser obediente con la ley dando ejemplo con ello. La antigua tradición del encendido de las velas trae causa del mismo Evangelio de san Lucas que narra que, durante la Presentación de Jesús en el Templo, el profeta Simeón al que se le había revelado que antes de morir conocería al Mesías prometido, movido por el Espíritu Santo proclamará el «¡nunc dimittis!» (¡ahora puedo morir!) al reconocer que el Niño «será la Luz que viene a Iluminar y salvar a todas las naciones». La profetisa Ana, anciana y que servía desde su prematura viudedad en el Templo, también compartirá con Simeón su reconocimiento como el Mesías redentor de la humanidad. El acontecimiento religioso que la Iglesia celebra hoy refleja así una perfecta continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la ley Mosaica y el Evangelio. De similar manera a como el pueblo judío fiel está representado por los profetas Simeón y Ana que reconocen a Jesús como el Mesías prometido a su pueblo.
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