El trípode

«El humo de Satanás» en la Iglesia

La evidente crisis postconciliar tuvo su reflejo en las numerosas secularizaciones de sacerdotes y religiosos y en la drástica caída de las vocaciones.

El Concilio Ecuménico Vaticano II ha sido el mayor acontecimiento eclesial sucedido desde que su antecesor, el Concilio Vaticano I, acabara bruscamente sus sesiones, forzado por la dispersión de los Padres conciliares tras la caída de Roma, hasta entonces y durante más de 1000 años, capital de los Estados Pontificios, el 20 de septiembre de 1870. En aquella ocasión el entonces Papa, hoy beato Pío IX, se recluyó en el Vaticano considerándose prisionero del reino ya unificado de Italia que le había desposeído de su poder temporal, limitado pero considerado «el necesario para ejercer libremente su soberanía espiritual». Esa situación se extendió a lo largo de 59 años con los sucesivos Papas hasta la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano mediante los Acuerdos Lateranenses (firmados en la Basílica romana de San Juan de Letrán) con el Gobierno del Rey de Italia el 11 de febrero de 1929. Ese fue un acontecimiento esencialmente político, aunque tuviera una gran importancia para la vida de la Iglesia. Le tomará el relevo el Concilio Vaticano II, abierto por el Papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1961 y clausurado por su sucesor Pablo VI en la fiesta de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) de 1965. Este Concilio del «aggiornamento» (puesta al día) de la pastoral y de la relación de la Iglesia con el mundo como deseara el Papa, no estuvo exento de problemas y desengaños, junto a indudables logros en otros ámbitos.

La evidente crisis postconciliar tuvo su reflejo en las numerosas secularizaciones de sacerdotes y religiosos y en la drástica caída de las vocaciones, así como en la confusión doctrinal promovida por quienes se autoerigieron en presuntos intérpretes de los textos conciliares aludiendo a un inexistente «espíritu conciliar», en clara contradicción con los mismos. Esa crisis fue reconocida por el propio Pablo VI en una dramática intervención en la Basílica de San Pedro el 29 de junio de 1972, fiesta litúrgica de San Pedro y San Pablo: «Todos esperábamos una primavera para la Iglesia tras el Concilio. Pero ha venido la duda, la confusión, la división…, por una rendija ha penetrado el humo de Satanás en el templo de Dios».

Hoy comienza en Roma la primera parte del «Sínodo de la sinodalidad» que durará gran parte de este mes, y será seguido por la segunda parte en el mes de octubre del año próximo. Tras el Sínodo de la Amazonía con la Pachamama, y el herético Sínodo de Alemania, ahora cinco Cardenales han presentado una dubia al Papa. Los augurios no son tranquilizadores. Confiemos que sea para bien de la Iglesia.