Sin Perdón

La ignorancia y la obsesión de Sánchez con el franquismo

«Hablando de fosas sería muy positivo que visitara las que existen en el cementerio de Paracuellos o que se informará sobre la red de checas»

A la hora de interpretar lo que está sucediendo y sucederá hasta el final de la legislatura hay que enmarcarlo en que para Sánchez todo es instrumental al servicio de su objetivo de continuar en La Moncloa. No importa ni la verdad ni la mentira, sino el relato. El último lío que han organizado los sanchistas es muy interesante. Todo comenzó con las declaraciones de Miguel Tellado señalando que el año judicial para el PSOE no empezó el viernes, sino el próximo miércoles «cuando veamos sentada en los juzgados a Begoña Gómez». Sánchez es muy sensible en todo lo que atañe a su familia, aunque en la misma proporción es insensible en lo que afecte a las familias de sus rivales. En este caso puede lanzar a sus mercenarios para que manipulen, insulten y mientan. Su mujer y su hermano son inocentes y víctimas de una injusta campaña de jueces y periodistas de la fachosfera, pero los familiares de los dirigentes del PP son culpables sin necesidad de que exista un juicio y una sentencia en firme. Las juezas y los jueces buenos son aquellos que instruyen causas que afecten, directa o indirectamente, al principal partido de España. En cambio, quienes actúan contra su familia, su partido y su Gobierno hacen política.

Por supuesto, los activistas del sanchismo en los periódicos, las radios y las televisiones siguen el argumentario con una fidelidad encomiable. En este proceso de descalificación incluyen a la presidenta del Tribunal Supremo y del CGPJ, mientras que el Fiscal General fue el único que se comportó con dignidad en la apertura del Año Judicial. Hay que añadir que este conjunto de publicistas del sanchismo que se dedican a descalificar a jueces y fiscales han adquirido su efímera formación jurídica gracias a Wikipedia y los inconsistentes argumentarios socialistas. No hay más que escuchar a ese portento del foro que es Patxi López, aunque me divierten más Óscar López y el sabio de los ferrocarriles Óscar Puente. Tanto talento me abruma y mi pobre perra Lolita vive fascinada escuchándolos. Su mayor mérito es hacer de voceros al servicio de un amo que vive encerrado en su torre de cristal.

Tellado dijo que «este puede ser el último curso político de un Gobierno agonizante y mendicante, arrodillado ante prófugos de la Justicia, ante los condenados por pertenencia a banda armada y ante los radicales de todo pelaje que le mantienen [a Sánchez] la respiración asistida». No parece que el secretario general del PP dijera ninguna mentira, pero les dolió que dijera que en este curso político se podría «empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos de un Gobierno que nunca debió haber existido en nuestro país». La palabra «fosa» es propiedad de Sánchez para utilizarla dentro de su estrategia de división basada en Franco y el disparate de las leyes de memoria. Ningún historiador riguroso sustentaría en la memoria el análisis y estudio de un periodo histórico. El tema de las fuentes es muy interesante y la desarrollé en uno de los ejercicios de mi oposición. Nunca me nombrarían comisionado para esa chorrada del aniversario de la muerte de Franco, porque no considero la memoria como una fuente histórica fundamental o importante. Es interesante en el ámbito social y antropológico, pero qué podemos esperar de un gobierno que tiene unos vacíos tan enormes en Historia, Derecho y tantas otras materias que lo convierten en el peor, con diferencia, de la democracia.

Estamos a punto de finalizar el glorioso año en que nos iban a explicar que la democracia había llegado con la muerte de Franco y hemos descubierto que son una colección de inútiles incapaces de elaborar un programa mínimamente coherente. Es mejor llamarlos vagos, aunque es algo que no me sorprende ya que no consiguieron poner al frente a alguien de reconocido prestigio que fuera miembro de la Academia de la Historia y con una cátedra. Es lo que da de sí el sanchismo en el terreno intelectual. Una cosa es ser de izquierdas y otra muy distinta es ponerse al servicio de la ignorancia histórica. Como era previsible, Sánchez ha aprovechado la oportunidad para acusar a Tellado de «insultar» a miles de asesinados por aludir a la «fosa» en la que quedará enterrado el Gobierno. Al final se ha acabado creyendo el relato de que es el gran antifranquista, aunque hay muchos hijos y nietos del franquismo en el mundo pijoprogre que tanto le gusta. Es un tema en el que me siento cómodo, porque mi familia no está entre las que ganaron la guerra, aunque si lo hubiera estado no asumiría esa culpa que afecta a los sanchistas y la izquierda radical.

Es un disparate afirmar que «el PP se ha rendido al odio de la ultraderecha» o que «no tiene nada positivo que aportar a nuestro país». Estas palabras rezuman una soberbia insufrible propia de un político autoritario que vive disociado de la realidad que reflejan las encuestas. No podrá esconder la corrupción que afecta a su partido y su Gobierno, no se olvidarán las prostitutas de Ábalos y Koldo, los problemas judiciales de su mujer y su hermano o que el Fiscal General este pendiente de un juicio oral. La lista es más larga, pero no podemos ignorar la gran mentira de la amnistía, el fracaso de su política exterior o los graves problemas estructurales de la economía española. Su estrategia de confrontación y mentiras masivas no hace más que dividir la sociedad por intereses estrictamente personales y partidistas.

Por cierto, hablando de fosas sería muy positivo que visitara las que existen en el cementerio de Paracuellos o que se informará sobre la red de checas que existían en España durante la Guerra Civil. Decenas de miles de inocentes fueron brutalmente asesinados por la izquierda. Esas fosas son el recuerdo del Terror Rojo. No son un invento de la fachosfera, sino una realidad histórica.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)