Mar en calma

Impotencia

Los retenes forestales se dejan la piel, exhaustos, en un plan que, desgraciadamente, cada verano demuestra que está mal diseñado

Cientos de miles de hectáreas de España son arrasadas por el fuego. Sin ganado ni pastoreo y con menos limpieza de montes, la vegetación se convierte en combustible. Cuando es provocado, los que atentan contra el medioambiente se convierten en homicidas. Calcinan también los sueños de las familias y los que han muerto en acto de servicio. Justicia es lo mínimo que pedimos.

Castilla y León, Galicia y Aragón han sido escenarios de imparables llamas. Andalucía, la Comunidad Valenciana, Extremadura o Cataluña han sufrido también incendios devastadores. La Asociación de Trabajadores de Incendios Forestales de Castilla y León (ATIFCYL) expresó el 15 de agosto: «¡Basta ya de este funesto modelo de operativo de lucha contra incendios!».

Se esperaba un cambio real en la gestión forestal pero los bomberos aseguran que continúa la precariedad laboral, vacantes y un operativo ineficaz e improvisado. Seguimos igual: falta de prevención, abandono rural y precariedad en los retenes. Acusan a los responsables de negligencia y de un despilfarro de recursos públicos que, según el sindicato, se ha traducido en contratos millonarios para empresas privadas y compras de material inútil. La defensa de nuestros montes no ha de dejarse en manos de intereses externos.

Los retenes forestales se dejan la piel, exhaustos, en un plan que, desgraciadamente, cada verano demuestra que está mal diseñado.

«El cansancio se siente en cada músculo, pero seguimos adelante porque proteger vidas, hogares y naturaleza lo vale todo». Son palabras de héroes anónimos que luchan sin tregua en un verano marcado por el implacable y despiadado fuego.

Existe una apuesta clara: un operativo 100% público, profesional y con condiciones laborales dignas.

A este drama, que algunos vinculan al plan energético –pues la instalación de grandes parques solares o eólicos requiere terrenos despejados–, se suma otra triste realidad: el empobrecimiento de miles de familias españolas. Inflación, precariedad laboral, deuda pública y una gestión política que genera mucha impotencia. Pero como siempre… Resistiremos.